Intentar definir si el capitalismo es la vía para salir de la pobreza o, por lo contrario, es una forma horrenda de hacer que la sociedad sea más desigual en términos económicos, y por ende, sociales, no es tan sencillo.
El capitalismo tiene tantos fans como detractores, y si se analiza paso a paso, casi se puede decir que ambas partes tienen razón.
¿Qué nos ha aportado el capitalismo? Bueno, hemos tenido épocas de progreso, yo diría que sobresalientes, en las que el sueldo de una cabeza de familia, generalmente el padre por los tiempos que corrían, era suficiente para mantener todos los gastos, incluido el pago de la hipoteca. Un obrero podía vivir de manera digna, y aunque con pocos lujos, los niveles de pobreza no eran tan altos, se podía hablar de una clase media, media baja quizá, pero con las necesidades básicas cubiertas.
Hay, evidentemente, razones para que el capitalismo exista. Hay un viejo dicho cuyo autor desconozco, que dice: “Si repartiéramos todo el oro del mundo en partes iguales, a la media hora ya habría ricos y pobres otra vez” ¿Qué nos dice esta estupenda reflexión? Que no todo el mundo tiene la capacidad de cuidar su dinero o la habilidad para hacerlo crecer, y por otro lado, que siempre habrá gente que, a veces de manera 100% legal, y otras no, intentará quedarse con tu parte.
Henry Ford nos dio lección de lo que el capitalismo puede aportar hace más de 100 años, En 1914, Ford implementó una política revolucionaria en su fábrica de automóviles: duplicó el salario mínimo diario de sus trabajadores a 5 dólares (una suma considerable para la época, cuando el salario promedio era de alrededor de $2.34 por 9 horas de trabajo). Además, redujo la jornada laboral de 9 a 8 horas.
Aunque a menudo se idealiza como un acto puramente filantrópico, la decisión de Ford tuvo motivaciones estratégicas claras:
- Reducir la alta rotación de personal: La producción en masa era exigente y la rotación de trabajadores era costosa. Un mejor salario atraería y retendría talento.
- Aumentar la productividad: Trabajadores mejor pagados y más contentos eran más productivos.
- Crear un mercado para sus propios productos: Ford entendía que, si sus trabajadores ganaban más, podrían permitirse comprar los automóviles que producían.
- Mejorar la imagen de la empresa: La medida generó una gran publicidad positiva.
Además, esta acción, tan audaz, permitió a los trabajadores acceder a una mejor alimentación, vivienda y oportunidades en general
- Atracción masiva de trabajadores: Miles de personas acudieron a Detroit en busca de empleo en Ford, transformando la ciudad en un centro industrial.
- Presión sobre otras industrias: El aumento salarial de Ford generó presión sobre otras empresas para mejorar las condiciones de sus propios trabajadores, contribuyendo a un aumento general de los salarios en el sector industrial.
- Impulso al consumo: Al tener más dinero disponible, los trabajadores de Ford y, eventualmente, otros, pudieron consumir más bienes y servicios, impulsando la economía.
- Modelo para el «capitalismo de bienestar»: La acción de Ford se convirtió en un ejemplo (aunque controvertido y con motivaciones mixtas) de cómo las empresas podían beneficiarse al invertir en sus trabajadores.
Creo que podemos decir, sin duda, que este fue el punto de partida de este capitalismo, digamos, “bueno”, en el que, si bien es cierto que el empresario se beneficia, el trabajador saca también algo a cambio, algo más allá que un sueldo para subsistir.
Hace unos años -2015-, por poner ejemplos más recientes, Dan Price, CEO de una empresa con 150 empleados, decide -una vez que lee que un estudio indica que el salario ideal para vivir con todas las comodidades y estar contento, era de 70 mil dólares anuales- recortarse su salario anual de 1 millón, para hacer la prueba. La noticia se hizo viral y tuvo muchas críticas, y nadie pensaba que iba a funcionar, ya que ese paso significaba duplicar el sueldo en muchos casos, y de la noche a la mañana. Con los años, Gravity Payments, la empresa, ha multiplicado sus ingresos, es muchos más productiva, sus empleados compraron casas, tuvieron hijos, mejoraron su vida en todos los aspectos…no es una apuesta arriesgada, según parece, sino una apuesta segura.
Sin embargo…algo ha venido pasando en estas últimas décadas, y ese algo fue que el ser humano empezó a ambicionar más, cada vez más. Los beneficios tenían que crecer, a los accionistas no les importa ya si el trabajador tiene un techo digno, si él o sus hijos se alimentan adecuadamente, si tiene una vida más allá de su horario de trabajo. De nada valen las lecciones de Henry Ford o de tantos y tantos empresarios que a lo largo de la historia han visto como sus empresas crecían en competitividad, efectividad y productividad por tener trabajadores contentos, satisfechos y que se sienten valorados. Hemos visto a empresas cerrar y dejar sin empleo a decenas o a centenas de trabajadores, no porque no dejaran beneficios, sino porque estos no eran lo suficientemente altos. Vemos cada día a empresas que prefieren tener una alta rotación de personal en lugar de cuidarlos y ahorrarse tiempo y dinero en formar a los que vienen, en un flujo de empleados tan constante como improductivo. Vemos grandes empresas subir precios a artículos o servicios, con cualquier pretexto, y tener beneficios millonarios, a costa de empobrecer a la población o coartar su derecho a tenerlos. Vemos ahora un capitalismo salvaje, desbocado, inhumano. Hemos involucionado. Ninguna sociedad necesita a multimillonarios, nadie, excepto ellos, una minoría privilegiada y alejada de la realidad de la mayoría.
EEUU es el mejor ejemplo de adonde hemos llegado con esta locura de sistema. El país más rico del mundo, uno de los países con más millonarios en el mundo tiene ciudades como Los Ángeles, con una población de gente sin techo que rebasa los 50 mil. Es decir, casi toda la ciudad de Segovia vive en la calle. Yo entiendo que el empresario es necesario para generar empleo, no veo más opciones porque no creo que eso le corresponda a nadie más. También entiendo que se beneficien y que el riesgo y el valor de hacerlo debe tener una recompensa. Pero también sé que es deber de los gobiernos intervenir. Y la intervención se llama impuestos. Además de las medidas para garantizar los derechos de los trabajadores, medidas y derechos que eviten la explotación, las empresas millonarias deben ser sujeto de impuestos justos e incluso razonables. Hace unos meses, en una entrevista en televisión, el premio Pulitzer, sociólogo y profesor de la Universidad de Princeton, decía que, si los ricos de su país pagaran SOLAMENTE los impuestos que debían, sin aumentarles nada, solo pagar lo que deben, la suma sería de unos 177 mil millones de dólares anuales, suficientes para terminar con la pobreza en su país.
Hay un caso, uno que me gustaría llamar excepcional pero que no lo es, y que creo que es uno de los más extremos de los últimos años. La empresa se llama Purdue Pharma y son los creadores de un fármaco, un analgésico al que llamaron Oxycontin. Bueno, haciendo un resumen breve: La empresa crea el fármaco, corrompe a la institución encargada de certificar (FDA) que es válida y que a pesar de ser un opioide, apenas genera adicción, crea un modelo de negocio en el que agentes comerciales van recorriendo el país vendiendo las bondades de este milagro farmacéutico, y les genera miles de millones de dólares. ¿El problema? Casi nada, el medicamento en cuestión era altamente adictivo, creó millones de adictos, una crisis sanitaria que sigue hasta nuestros días. Entre 1999 y 2016, 350 mil estadounidenses perdieron la vida por su adicción a Oxycontin, y millones más se engancharon a drogas más fuertes aún. Capitalismo sumado a corrupción, receta infalible para la injusticia. La familia Sackler, los dueños de la empresa han sido condenados a pagar 7.4 mil millones de dólares en demandas, multas y demás, pero ¿quién repara el daño ya hecho?
Puedo enumerar decenas de casos, unos de alto impacto y otros menos relevantes, de cómo la ambición desmedida de algunos empresarios demerita la esencia de lo que un capitalismo responsable debería ser.
Todo impacta, y sobra decir que la ambición por poseer más y la acumulación conseguida por medios a veces inmorales, sin ética o incluso ilegales, provoca que los que menos tienen, tengan cada vez menos todavía, toda vez que el dinero que uno gana, otro no lo percibe. Hace décadas, un ejecutivo ganaba entre 10 y 20 veces más que el peor pagado de su empresa. Hoy, el mismo ejecutivo puede embolsarse entre 60 y 100 veces más que la media de sueldo de sus trabajadores, lo cual muestra claramente la deriva que el sistema lleva y quienes se benefician y a costa de quienes.
Resumiendo: en mi experiencia, tener dinero ayuda y es evidentemente necesario, pero no veo para qué una persona tiene que acumular cantidades que no será capaz de gastarse en 100 vidas, y tomando en cuenta también que esa falta de necesidades vitales los convierte, muchas veces, en seres tristes, desconectados, propensos a adicciones o a depresiones, simplemente porque no son capaces de encontrar un sentido y un propósito en su vida, algo que les ayude a considerarse a sí mismos como seres humanos que contribuyen a la sociedad sin mayores ambiciones.
José Luis Haces
Resumiendo: Si no lo gastas, no lo tienes que ganar… y por tanto eres más libre. (No es ‘capitalismo’, sí o no).