Ir al grano

Moverse por Segovia es una tarea que debería ser sencilla, aunque a menudo se ve dificultada por un delicioso galimatías de cuestas, escaleras y adoquines donde la idea de que la distancia más corta entre dos puntos es la línea recta resulta ser una quimera. Es el peso de la historia: capas de urbanismo laberíntico que nos enorgullecen, pero que también nos complican el paso.

Este encanto histórico, sin embargo, se puede volver una trampa peligrosa cuando nos ponemos al volante. Aunque los segovianos nos vemos obligados a dar ciertos rodeos para alcanzar nuestro destino, hay momentos en los que la seguridad exige dejarse de curvas e ir al grano.

Por eso, hoy aparco otras reflexiones para hacer una petición directa al Ayuntamiento: que envíen lo antes posible a alguien cualificado a vigilar el cruce de la avenida Vía Roma con la calle de las Nieves.

En sentido norte, la vía se divide en tres carriles: el izquierdo obliga a girar hacia las Nieves; los otros dos siguen recto. Antes de un paso de cebra regulado por semáforo, una línea pintada en la calzada delimita la zona de espera. Nada sorprendente… hasta que uno observa el comportamiento real del tráfico.

Porque, cuando el semáforo se pone en rojo para vehículos y verde para peatones, es habitual que haya coches detenidos en los dos carriles de la derecha, pero no en el izquierdo. El peligro es latente y da escalofríos imaginarlo: si un niño inicia el cruce con la despreocupación propia de su edad, o una persona mayor avanza con esa mezcla de prudencia y lentitud que los años nos conceden, puede encontrarse de golpe –más veces de lo que uno desearía– con un coche que continúa la marcha creyendo que su carril le permite ignorar la luz escarlata. El conductor, desde esa posición, no siempre ve al peatón que llega por la derecha a su altura.

Consulté a la Policía Local, que afirmó que la configuración era correcta y que los automóviles del carril izquierdo podían avanzar. Pregunté a la Guardia Civil, que dijo justo lo contrario. No pretendo dirimir quién tiene razón, pero antes de que alguien sufra algo más que un susto, ruego que estudien el cruce con detenimiento: la visibilidad, la señalización, la coherencia del semáforo para giros y, si procede, la reubicación de la línea de parada.

Hace ya mucho tiempo que observo lo que sucede en este lugar. Es una de esas cosas que no deberían ser difíciles de resolver pero que, por costumbre, se han consolidado peligrosamente. Como pasa en las rotondas, donde muchos rehúsan usar los intermitentes, aquí es frecuente observar frenazos provocados por quienes circulan ignorando las normas. Mirar para otro lado y no poner remedio, el día menos pensado, puede tener consecuencias irreparables. Recordando la Ley de Murphy: si algo puede salir mal, saldrá mal. No es un chiste, es estadística.

Me pareció oportuno hacer esta petición a través de un escrito público porque, además del Ayuntamiento, cada uno de nosotros, peatones o conductores, podemos hacer algo mientras el cruce no se reforme: extremar la precaución y cumplir estrictamente las normas.

Ya felicité la Navidad el jueves pasado; hoy quiero desear un próspero año nuevo y que 2026 nos traiga salud y, ya que estamos, un cruce reformado en beneficio de todos.

Javier López-Escobar

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