Juan Carlos Manrique: “Jugar en el Imperio era lo máximo a lo que se podía aspirar en Segovia” 

La suya es una de las caras conocidas y de las voces reconocidas, porque se trata de una de esas personas referentes del baloncesto de Segovia. Juan Carlos Manrique ha pasado por todas las facetas del baloncesto: aficionado, jugador, entrenador, asesor… Y ha querido rescatar y documentar una de esas etapas de su vida, como jugador del histórico Imperio, club que al final es también parte de la historia del baloncesto segoviano. Manrique publica “ Club Imperio. Crónica de un equipo histórico” de la editorial Ediciones Derviche, que es un libro para los aficionados y no aficionados al baloncesto, en el que podrán descubrir esta parte del deporte y del baloncesto segoviano.   

Con un exhaustivo trabajo de documentación, Manrique nos hace recordar, rememorar o conocer aquellos años en los que el baloncesto segoviano fue referente nacional.  

¿Cómo nace la idea de escribir “Club Imperio. Crónica de un equipo histórico” ?  

Ha nacido principalmente porque hay que darlo a conocer, es un club histórico, que nace en el 1940 y termina en el 1985, y yo creo que hay mucha población en Segovia que no lo conoce y hay otra que sí que lo conoce y que echa en falta que se hable y se comente todo lo que significó para los que jugaban y para los que veían los partidos. Porque fue un referente durante muchos años. 

¿Qué va encontrar el lector que se sumerja en este libro?  

Lo primero va a ver un proceso, una evolución de un equipo que nace justo cuando acaba la Guerra Civil, en plena posguerra, y que nace para dar a conocer un deporte que no se conocía demasiado en España y sobre todo en Segovia. Una persona que es Jacinto Serrano, un hijo de inmigrantes que estaba en Francia, vino a España y engancha a un grupo de chicos. Comenzó a realizar baloncesto en aquella época en el campo de Chamberí, son buenos y empiezan a competir con los mejores equipos de Madrid, de la Federación Centro, empiezan a conseguir éxitos… Y a partir de ahí enganchan a la población, enganchan a la juventud y todo el mundo está pendiente del Imperio. Es un Imperio que está vinculado a una institución política, porque era el Imperio Frente de Juventudes el que patrocinaba al club. Un club serio, bien organizado, con una directiva, con un entrenador- jugador que era Jacinto Serrano, y unos jugadores que entrenaban donde podían, en campos de ceniza, de tierra…, y que poco a poco se fueron haciendo con un nombre, no solo en Segovia, sino a nivel nacional. Fue un equipo que tuvo mucha importancia. Y luego vemos cómo va a ir evolucionando, dependiendo de las generaciones de jugadores, de cómo va incorporándose gente joven, las disputas entre los diferentes equipos que hay en Segovia y que empiezan a nacer, y empiezan a disputarse el ser el referente del baloncesto en Segovia. Cuando ha habido esto en Segovia, el baloncesto ha decaído y ha costado remontar. Pues toda esa evolución es lo que se ve temporada a temporada, todo lo que sucedió, aportando las crónicas de los partidos, gracias a la hemeroteca de El Adelantado de Segovia, aparecen registradas creo que unas 1.200 crónicas recogidas, analizadas y puestas en valor en el libro, no tantas, pero sí bastantes. Y luego el archivo fotográfico que se ha podido recopilar de archivos personales y de El Adelantado de Segovia, de fuentes privadas que yo creo que dan un valor visual y sobre todo contar lo que pasó durante estos 45 años en el baloncesto de Segovia. 

¿Cuál es el mejor recuerdo personal que guarda de aquella época?  

Yo he visto bastantes cosas muy, muy buenas, por ejemplo, los triunfos de los años 40. Había un equipo de juventudes que eran el Frente de Juventudes y otro equipo de mayores que era el Imperio Frente de Juventudes. Pues el equipo de Frente de Juventudes, que eran los chavales hasta los 21 años, competían todos los años con los mejores equipos de toda España llegando a quedar segundos, terceros y en 1946 quedaron Campeones de España. Eran los mejores jóvenes de baloncesto que había en España. Hay una foto en el libro en la que el capitán del equipo, que es Aurelio García, está dando la mano a Franco en el Estadio Riazor con 23.000 personas aplaudiendo, es muy emotivo. Luego dependiendo de las épocas, hay una época también muy buena en la que un jugador de Segovia pero que está en Madrid, que es José Luis Bernal, atrae a tres o cuatro jugadores de Madrid, vienen a jugar a Segovia y durante cuatro, cinco años quedan campeones de Segunda División para jugar la fase a la Primera División, en el año 1962. Luego ya va fluctuando, se va ascendiendo, se va descendiendo hasta que el equipo que está a punto de desaparecer en 1979. En ese momento viene una persona de Madrid, el presidente de una técnica de impresión que tiene familia en Segovia y da un revolcón al equipo. Trae a Vicente Ramos, que había sido jugador del Real Madrid, acaba de dejar de ser jugador del Madrid y era internacional, mejor base de Europa en 1970. Entonces llega aquí y atrae toda la atención de todo el público, el pabellón del Emperador Teodosio se llenaba, se dio un salto, se ascendió a Segunda División y se mantuvo el equipo en segunda, hasta que este mecenas, por así decirlo, deja de estar y lo coge la Caja de Ahorros, y la Caja de Ahorros pone sus normas y empieza a reducir el presupuesto. En el 1985 el equipo mantenerlo en Segunda División era muy caro, y al final pues desaparece. 

¿Qué supuso para la ciudad y la sociedad segoviana este equipo?  

Para el público, para la afición hay fotos que llenaban los campos, hay una foto de 1943-1944 en el patio de los Maristas, habría 400 ó 500 personas al descubierto. A la gente le llamaba la atención, es un poco lo que podía pasar con el Caja Segovia de fútbol sala durante sus temporadas de éxitos deportivos, pues era la mismo. Venía el Real Madrid, porque había una competición de pretemporada que se llamaba el Trofeo Marca, y venían a jugar al campo del Serichol que estaba al descubierto y también se llenaba. Aparece una foto en el libro en el que a pie de pista aparece lleno y la grada igual de llena. Eso es algo que ha supuesto para la población y la sociedad segoviana un referente que se apagó en 1985, y ahora mismo no hay referentes, pero no solo en el baloncesto, es que hay muy pocos referentes en otros deportes. 

¿Qué suponía enfundarse la camiseta del Imperio?  

Era el mayor orgullo que podía haber, el que te dijeran ponte la camiseta, juega con este equipo. Jugar en el Imperio era lo máximo a lo que se podía aspirar en Segovia, es que te iban a conocer, ibas a viajar, ibas hacer lo que te gustaba y había también otra cosa que era el orgullo personal de hacerlo lo mejor posible. Para que tú salieras en el equipo tenías que esforzarte y dedicarle muchas horas. Se entrenaba de otra manera diferente, pero había mucha conciencia de hacerlo lo mejor posible. Dabas todo, los partidos en casa, quizás a lo mejor no tanto fuera, pero en casa eran impresionantes, tenías el público, mucha ambición, mucho orgullo y ganas de demostrar que lo podías hacer muy bien. Ser del Imperio era el no va más, para los que estábamos en aquella época, era el mayor orgullo.  

Muchos años en el baloncesto como jugador, aficionado, entrenador, colaborador… ¿Qué le ha enseñado el baloncesto?  

El deporte siempre genera muchos valores, y entre ellos la confianza o auto confianza que vas cogiendo, te va conformando la personalidad. Los jugadores cuando se manifiestan en el campo manifiestan un poco lo que son, el deporte también te enseña a estar en la sociedad, aprendes normas, disciplina, aprendes las jerarquías, a quien tienes que dar una voz, generas muchas amistades. Las amistades yo creo que es lo más importante y una de las razones por las que se ha escrito el libro, porque ha habido tanto vínculo durante tantos años, y al final lo que se quiere es mantenerlo. Yo, afortunadamente, he tenido contacto con jugadores que yo no conozco, pero he contactado con ellos y su sentimiento sigue siendo el mismo. A mí me ha generado y a ellos también ese sentimiento de identidad, de unión, de vínculo, de amistades y yo creo que eso es lo más importante que se puede generar a través del deporte. 

A pesar de haber transcurrido bastantes años de la desaparición del Imperio siguen en contacto.  

Sí. También aparece en el libro que una vez que termina el equipo en 1985 a nivel competitivo, todos los años preparamos uno o dos partidos de los veteranos para juntarnos, para charlar… Y lo hemos dejado de hacer justo en el año de la pandemia, también por edad ya muchos no podían jugar y jugaban los hijos, pero era un momento que para nosotros era muy importante, porque siempre hemos querido mantener vivo el recuerdo del Imperio. 

¿Qué ha supuesto en su vida el baloncesto?  

Ha sido todo, ojalá hubiera podido dedicarme profesionalmente al baloncesto, me hubiera gustado, pero no pudo ser. Cuando era jugador estuve a punto de dar el salto al profesionalismo, aquí, en el Imperio me pusieron muchas pegas, también aparece en el libro, pedían mucho dinero por mí. A mí me hubiera gustado jugar y dedicarme al baloncesto. El baloncesto para mí ha sido todo. Cuando decidí quedarme en Segovia porque profesionalmente quería hacer una carrera apartado del deporte, pero siempre vinculado, sabía que al baloncesto yo tenía que darle lo que me había dado a mí. Por eso he estado entrenando a diferentes equipos, he colaborado un poco en la creación de esa Liga Avispa, yo creo que hay aportaciones que a lo mejor no se ven pero que para mí han sido muy significativas, el que pueda devolver al baloncesto lo que tanto me dio a mí.

 

¿Cómo ve la situación actual del baloncesto en Segovia? 

No digo que sea negativa, porque el esfuerzo que se está haciendo hay que valorarlo. El CD Base, que es el equipo que ahora mismo está representando más al baloncesto segoviano, no lo está haciendo mal a nivel de cantera, de formación, pero quizás hay que dar el salto de ser el aglutinador del baloncesto en Segovia. Si no tienes referencias, esos jugadores que salen en los medios de comunicación, que sabes que son buenos, que sabes que están compitiendo al máximo nivel. Yo creo que hay que conseguir jugar en una liga nacional, una liga que sea llamativa y que no solo pueda atraer jugadores, sino que esos jugadores que están formando tengan como referencia a esos propios jugadores para que puedan seguir, que a lo mejor quieran dejar de estudiar en Madrid y vengan a Segovia para jugar al baloncesto , o hacer el esfuerzo de ir y venir porque quieren jugar, y no jugar por hacer un favor, sino porque quieren jugar y estar en lo más alto, progresar y en la mayor categoría posible. El baloncesto segoviano ahora mismo es la consecuencia de no haber tenido un referente durante tantos años. Ha habido muchos particularismos, siempre ha habido alguien que ha querido hacer su club y alguien le ha seguido, y eso ha terminado desapareciendo y al final hay una diáspora de jugadores que necesitan un hilo conductor. 

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