Los segovianos se merecen un Ayuntamiento que no les mienta   

Miguel Merino, concejal de Obras, Servicios e Infraestructuras y concejal de Turismo y portavoz del PSOE en el Ayuntamiento de Segovia se ha convertido en el Félix Bolaños de la casa consistorial. Un concejal para todo. Ha pasado de tener un papel residual en el equipo de gobierno bajo el mandato de Clara Luquero a convertirse en la novia en la boda, el niño en el bautizo y el muerto en el entierro desde la llegada de Clara Martín a la alcaldía del consistorio. 

Dos nubarrones han entrado en colisión, formándose la tormenta perfecta, que ha pillado al equipo de gobierno sin paraguas, descalzo y con poca ropa. Por un lado, la Concejalía de Urbanismo, que lleva tiempo enviando SOS y por el otro, la situación de la estación de tren Segovia Guiomar, han colisionado. Son dos frentes que llevan abiertos en la ciudad demasiado tiempo y como siempre acaban estallando tarde o temprano, cuando la única medida que se aplica es dejar pasar el tiempo.   

Los más antiguos recordarán que nos vendieron la llegada de la alta velocidad a la ciudad como el final a todos nuestros problemas, ahí salieron en tromba todos, incluido en aquellos tiempos el todo poderosísimo, Atilano Soto, vendiéndonos las bondades de esta llegada, de lo que crecería la ciudad, de que seríamos una ciudad referente, una ciudad dormitorio, el crecimiento inmobiliario, una llegada llena de ventajas… 

“Y a veces dice, dicen, dicen  

 Y no saben lo que dicen” 

Todo aquello parecía un programa electoral de Pedro Sánchez, de todo lo que nos prometieron nada vimos. No cabe duda que fue mejor que llegara la alta velocidad a que no lo hiciera, pero tras 16 años de su llegada, la velocidad que traía el tren no se corresponde con la velocidad de nuestros responsables públicos. Ellos siguen siendo más de los trenes de vapor, en esas velocidades se encuentran seguros.  

“Y a veces dice, dicen, dicen  

 Y no saben lo que dicen”

Cantaba Jarabe de Palo, por el año 2004, tres años antes de la inauguración de nuestra estación, eso de dicen, dicen…  

Si levantara la cabeza Antonio Machado, no vería esta estación como una declaración de amor a su querida Guiomar. Porque se trata de una estación abandonada, olvidada y plantada en los campos de Castilla, esperando un vial que nunca llega y del que siempre se habla, y un parking que nunca fue proyecto. ¿Esto es lo que queríamos para Segovia?, ¿esto es lo que necesitaba Segovia?, ¿merecemos tan poco? 

No solo no llegaron todas esas bondades que nos vendieron, sino que fue irse José Luis Rodríguez Zapatero del apeadero de la estación tras inaugurarla y Guiomar cayó en el olvido.  

Lanzaderas con retraso, un parking que no es parking, trenes que no paran, los barros en los zapatos, viajeros tirados… Un largo etcétera de calamidades que parecen de una estación de cercanías.  

Miguel Merino se ha puesto en medio de las vías al grito de ¡Soy Bolaños! para gestionar una crisis que no tiene un pase, una crisis más que está tardando en llevársele por delante, y que pretende solucionar con golpes en el pecho: “Si cumple la normativa, tiene derecho a vallarla” afirmaba sobre los deseos del propietario esta pasada semana “ no se ha mentido ni engañado”, era el mensaje que mandaba a los segovianos, pero que no calaba. Más que calmar las aguas, las volvía más bravas y generaba más dudas, criminalizando y señalando a un propietario que lo único que quiere es vallar su finca.

Titubeos, dudas, silencios, sospechas, ahora digo A, luego digo B… Faltan muchas explicaciones, falta una versión didáctica y creíble por parte del Ayuntamiento para que nadie piense que nos están engañando, que nos están mintiendo, que no nos están contando toda la verdad, falta depurar responsabilidades para que la versión del ayuntamiento resulte creíble.  

Achacar todo a una conspiración del Partido Popular y del propietario de los terrenos, que se han juntado para fastidiar al equipo de gobierno, resulta más propio de un episodio de Mortadelo y Filemón, que una decisión de que los segovianos sepan lo que ocurre en su ciudad. Son muchas voces las que han calificado la gestión municipal como una “cacicada”, que se sustenta ante las prisas y las declaraciones precipitadas y prepotentes que han salido durante estos días desde el ayuntamiento.   

Ha sorprendido la enorme celeridad, ahí sí hemos visto la alta velocidad de una Concejalía de Urbanismo en la que se acumulan expedientes, licencias … Uno, dos años de retraso y en este asunto rápidamente han elaborado un informe negativo, un informe que desprende olor a ganar tiempo, y que puede llevar nuevamente al Ayuntamiento a los juzgados. Siempre es fácil disparar con pólvora ajena, disparar con el dinero de todos los contribuyentes cuesta menos hacerlo.  

La ausencia de rectificación, el asumir responsabilidades y pedir perdón, pueden llevarse al equipo de gobierno por delante el próximo 28 de mayo, porque la soberbia es mala consejera en política y la humildad siempre abre más puertas que la soberbia.  

“Los españoles se merecen un Gobierno que no les mienta, un Gobierno que les diga siempre la verdad”, una frase que sigue retumbando en los oídos de los españoles y que dejaba Alfredo Rubalcaba tras los atentados de Atocha del 11-M, pues bien, los segovianos no merecen menos, no merecen un ayuntamiento que les mienta. En las administraciones públicas cuanta más transparencia mejor, toda transparencia es poca cuando hablamos de lo público, cuando hablamos de lo de todos.  

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