Pelayo, sacerdote y corresponsal de Antena 3 en Roma, es una de esas figuras con las que se entiende la historia del Vaticano en los últimos años, porque conoce mejor que nadie los entresijos vaticanos y es de las personas que ha podido tratar a varios papas en esta época.
Se muestra tranquilo, feliz y expectante ante la cita que le aguarda de dirigir un nuevo pregón. Algo coqueto, simpático y extremadamente humilde, sin darse importancia y con los pies en el suelo, Pelayo destaca lo especial que es la luz en Segovia, y lamenta no haber visitado aún el Alcázar.
¿Cómo ha recibido el nombramiento de pregonero de la Semana Santa de Segovia?
Ha sido un poco sorpresa, yo no me lo esperaba. Con mucha alegría, porque estoy vinculado a Daniel Cuesta, jesuita segoviano. Y también con mucha ilusión y sentido de la responsabilidad. La verdad es que conocía muy poco de la Semana Santa de Segovia, pero he tenido tiempo de irlo preparando, la he ido valorando y viendo que es una Semana Santa que vale la pena, de las Semana Santas castellanas, Valladolid, Segovia, Zamarramala, Zamora… En Castilla y León es una Semana Santa particular, con mucha hondura espiritual, no hagamos comparaciones. Yo he estado en Sevilla la pasada semana y ya están en plena actividad con la Macarena, el Cristo del Gran Poder…. La nuestra es diferente, y yo quiero que se mantenga, y es lo que Daniel Cuesta explicaba en su libro “La esencia”.
¿Qué va a transmitir a los segovianos en ese pregón?
Yo siempre he dicho que el pregón es un género literario muy particular. Yo cuando los hago, no es una conferencia erudita, ni un sermón, es una cosa que tiene que estar destinada a pregonar, y pregonar, como dice el diccionario de la Real Academia es publicar en voz alta algo que puede interesar quien lo escucha, y yo creo que una de las claves de los pregones es que tienes que emocionar a quien lo escucha, tienes que suscitar recuerdos, vivencias, y para emocionar a la gente que te escucha, te tienes que emocionar tu primero, sino no puedes trasmitir algo que no sientes. Yo en este pregón hablo un poco de mis relaciones con Segovia, que se remontan prácticamente a la infancia, después he venido bastantes veces por aquí. Quiero eso, transmitir lo esencial. Es hacer vivir a la gente lo que significa la pasión, muerte y resurrección del Señor con un lenguaje cercano a la gente, próximo a sus sentimientos personales y sobre todo revindicar que es algo que no debemos de perder, que es algo que hemos recibido de nuestros mayores y que hay que saber transmitir a las nuevas generaciones. Las nuevas generaciones ahora viven en un contexto que no es muy favorable, nuestra sociedad está ahora muy secularizada, materializada, muy frivolizada, sobre todo, porque va ligada al aspecto comercial, a que la gente compre. Todo eso hay que tenerlo en cuenta cuando haces el pregón. Lo he trabajado bastante, he tenido tiempo pues he podido dedicar una cierta intensidad a la preparación, estoy bastante satisfecho, aunque esté mal dicho, pero estoy bastante satisfecho, veremos la reacción de la gente.
Hablaba de la necesidad de que un pregón debe contener emoción, usted que ha realizado ya ocho pregones de Semana Santa. ¿Cuál diría que son las tres claves para hacer un buen pregón?
Primero saber transmitir lo importante de la Semana Santa, no es un pregón de unos juegos florares o de un concierto. Hay que saber transmitir lo que eso significa para la gente que lo escucha, cristianos, más o menos practicantes, y a veces es ayudarles a recuperar lo que a lo mejor han perdido, esa es una de las claves fundamentales. Si no se hace eso, quedaría reducido a un acto social, a una programación de algo turístico, de algo comercial. La emoción, y saber también culturizar, entrar en lo que cada ciudad vive y cómo lo vive. Como he dicho antes, no es lo mismo pregonar la Semana Santa de Sevilla, que la de Segovia, la de Valladolid o la de Medina de Rioseco, yo creo que con esas tres cosas el pregón queda.
¿Cuál ha sido su vinculación con la ciudad?
Se remonta mucho a mi infancia, en mi familia eran muy amigos de una familia de origen segoviano, es algo que también digo en el pregón. Yo una de las primeras imágenes que tengo de Segovia es el Alcázar. En la casa de estos amigos de los que hablo tenían una gran maqueta del Alcázar. A mí, que era muy pequeño, con ocho o nueve años, me llamaba la atención ese castillo imponente. Luego tuve la oportunidad de venir con una excursión del colegio. Otra vinculación para mi vida personal es que yo recibí la primera comunión de don Daniel Llorente, que fue obispo de la diócesis de Segovia y gran catequista, que era de Valladolid, tenía familia en Valladolid y vino a dar la comunión a un sobrino suyo, y como estábamos en el mismo colegio, a mí también. Luego después de ser ordenado sacerdote, vine varias veces al Monasterio de El Parral. Tenía amigos y compañeros de Comillas y luego la última en 2021 a través de Daniel Cuesta, al que conocí en Roma. Cuando estaba estudiando en Roma, por una casualidad, coincidimos en una iglesia española, nos liamos a hablar y luego ya nos fuimos tratando bastante los años que estuvo antes que de que fuera ordenado sacerdote. Una de las últimas veces que vine fue con mi hermana, que hacia un aniversario y vinimos aquí toda la familia. Segovia es una ciudad que conozco y que admiro, tiene cosas que son únicas como el Acueducto, el Alcázar, la Catedral, es una catedral imponente, es la última catedral gótica de España, y ese sermón en la catedral, impone hacerlo bien.
Esa unión de sacerdote y periodista, ¿parece algo incompatible?
Sí, pero ha habido muchos otros, bastantes. José Luis Martínez Descalzo, Jesús Iribarren, que casi no se le conoce, pero que yo conocí bastante. En mi caso no fue el cura que luego se hace periodista, o el periodista que luego se hace cura. Yo desde el principio, nada más ordenarme, ya entré a trabajar en el periódico ¡Ya! Yo nunca he sido párroco, he sido capellán en un colegio de Madrid. Para mí no ha sido difícil compaginar ambas cosas. Hay momentos en los que se pueda complicar más, son 55 años desde que fui ordenado sacerdote, nueve años en París como corresponsal, y llevo en Roma como corresponsal más de 30 años.
Ha tenido que informar de temas espinosos de la iglesia, ¿resulta difícil ese equilibrio entre ser sacerdote y tener que informar de estos temas?
Insisto mucho que el periodismo tiene que ser hecho por profesionales, yo hice la carrera de periodismo en Madrid. Tienes que ser profesional, y para ser profesional tienes que tener las cualidades que la cosa requiere. Y segundo, siendo sacerdote, me ha tocado abordar el tema de abusos de menores, cónclaves, por qué el Papa hace una cosa, por qué hace este nombramiento…Mucha gente no sabe que soy sacerdote, porque uno de los acuerdos que hicimos en televisión cuando empecé, es que nunca saldría vestido de cura. No porque quisiera ocultarlo, pero no podías hacer una entrevista a Sofía Loren o a un jugador de futbol con el alzacuello. Pero eso no quiere decir que yo lo haya olvidado, hay mucha gente cuando lo descubrió te decía “ya se veía que usted conocía los temas”. Es una cosa que, sin ignorar los hechos, los hechos no se pueden ignorar, pero hay que saberlos valorar y saber situar. Y para saber valorar y situar tienes que estudiar, conectar con la gente, con los protagonistas de los hechos y luego saber sacar lo preciso. Ya sabes que en televisión dispones de muy poco tiempo, de 30, 40 segundos, ya un minuto y medio es una cosa tremenda para una televisión. Hay que saber concentrar en muy pocas palabras para que la gente luego lo entienda. Yo creo que muchas veces lo he conseguido y otras no. He tenido presente que el que habla es el sacerdote – periodista, o el periodista – sacerdote.
Su condición de sacerdote, ¿le facilita más que a un periodista conseguir la información?
Yo nunca he utilizado el ser sacerdote, pero al ser sacerdote tienes la información que tiene un cura, pues lógicamente tienes unos conocimientos que no tiene un periodista normal. Yo estoy muy especializado en información religiosa, ya sea en la televisión, en el “Semanario Vida Nueva”, en La Cope, en el que hablo los domingos y ahora también escribo en La Razón. Nunca he sentido que haya un enfrentamiento entre ambas cosas, y en muchos casos me ha facilitado, si haces un cónclave, un sínodo como el que estamos viviendo, el sacerdote tiene unos conocimientos y vivencias que no son las de un simple periodista, eso me ha ayudado.
Se han cumplido 10 años de la elección del Papa Francisco, ¿Qué balance hace?
Primero al Papa no le gusta hacer balance, balance parece que se hace cuando uno acabado, y el Papa sigue, sigue… Y ojalá que siga muchos años. En estos 10 años el Papa ha hecho muchas cosas y muy importantes. Una de ellas, la más visible, ha cambiado lógicamente el estilo de ser Papa, los papas anteriores, todos dignísimos y tal… Benedicto, Juan Pablo I, Juan Pablo II… El gran Papa para mi es Pablo VI, el Papa preparadísimo, Santo, fue el hombre que pudo hacer el Concilio Vaticano II que ha sido el hecho fundamental de la iglesia en el siglo XX. Todo eso el Papa Francisco lo vive, lo incorpora, lo actualiza y esa ha sido un poco la labor de estos diez años. Actualizar el concilio, ponerlo al día y reivindicar que hay que seguir en esa línea. Luego ha habido otra serie de tipos de reformas no poco importantes, ha saneado las finanzas vaticanas, ha puesto en marcha, que tiene una palabra horrible que es la sinodalidad, que es en el fondo, pasar de una iglesia vertical, piramidal en la que una cabeza decidía por todos a una iglesia más horizontal donde los obispos y las conferencias episcopales tienen su labor, decisiones. Es un cambio muy importante que cuesta resistencia, porque la curia romana estaba acostumbrada a dirigir, controlar y muchas veces penalizar, y eso no digo que vaya a seguir siendo, en algunos casos tendrán que hacerlo, eso no digo que vaya a desaparecer, pero sí a estabilizarse. Luego es un Papa cercano, el más cercano, es un Papa que busca la cercanía con la gente que encuentra, de países que a veces la gente no sabría ni dónde están. Hemos estado hace unos meses en Bahréin, que es un país musulmán o Kazajistán. Este año probablemente, no está anunciado oficialmente, pero iremos a Angola, que está en la frontera con China que el número de católicos son 15.000 o 20.000, cualquier parroquia de Madrid o Barcelona tiene más gente, pero el Papa busca esa cercanía a esas iglesias que están un poco olvidadas. Y si tú ves la lista de los viajes que ha hecho son países más olvidados. No ha venido a España, pero ya vendrá, no ha estado en Alemania, Polonia, ni Reino Unido, va a Portugal y solo va a Fátima, y si hubiera venido a España como se pensó, vendría a Santiago de Compostela, y no a España, pero es un tema que está en el aire. Este Papa va a seguir algunos años, y seguirá haciendo esto. Acercándose a las iglesias olvidadas y menos presentes en la actualidad. Yo en la última audiencia que he estado de los miércoles, a las que van mil personas o más, la última que ha sido una semana después de la audiencia general, después de los discursos, después ha saludado a 260 personas uno a uno, algunos solo es darles la mano, le entregan unas fotos, un libro, un regalo…. Él busca eso conectar, hablar, acercarse, escuchar un poco lo que la gente quiere de él, un Papa cercano.
¿Veremos al Papa Francisco en España?
Él tiene la preferencia de las iglesias periféricas, en Europa ha estado en Albania, Letonia, Estonia, Lituania… En países que no tienen la gran tradición católica, entonces cuando se planteó el tema de Santiago de Compostela desde luego me consta que él lo quiso valorar, venir a Santiago, pero no venir a España. ¿Qué paso?, que cuando dijeron de venir a Santiago el arzobispo de Barcelona, el cardenal Omella, dijo que también tenía que venir a Manresa que era el 500 aniversario de la conversión de San Ignacio de Loyola, además siendo jesuita, también le insistieron. Luego el arzobispo de Madrid dijo «si viene a Barcelona y va a Santiago, pues también tiene que pasar por Madrid». Entonces eso ya descolocó un poco el tema. Pero ahora últimamente en esta audiencia de la semana pasada con Isabel Díaz Ayuso, José Luis Martínez Almeida y Carlos Osoro, cuando le preguntaron, los periodistas le hemos preguntado mil veces y esta vez dijo “muy pronto, muy pronto” ahí queda. Habrá que buscar un momento que tenga una significación, el año próximo será el año jubilar de Caravaca de la Cruz. En el mundo hay cinco ciudades santas: Jerusalén, Roma, Caravaca de la Cruz, Santo Toribio de Liébana y Santiago de Compostela. En 2024 va a ser año jubilar, el Papa lo sabe ya que ha recibido hace poco al obispo de Cartagena y Murcia, al alcalde de Caravaca de la Cruz y al presidente de la Región de Murcia, esa podría ser una buna ocasión. Primero hay que saber cómo está él de salud, está mucho mejor afortunadamente de lo de la rodilla, se va curando poco a poco, ya va con el bastón, sigue utilizando la silla de ruedas como es lógico.
Ha conocido y tratado personalmente a varios papas, ¿Con cuál se quedaría a nivel personal?
Para mí el gran Papa es Pablo VI por abrir la iglesia a la modernidad, a la contemporaneidad, Pablo fue el primer Papa que salió de Roma, primer Papa que subió a un avión, primer Papa que visitó Tierra Santa. Ningún Papa había ido a Tierra Santa, el primer Papa que visitó los cinco continentes Asia, India, Oceanía, Australia, Europa… Para mí ese cónclave en el que fue elegido él, sin ser yo ser periodista. Los cónclaves para un periodista en general, es una noticia insuperable, porque todo el mundo está pendiente del cónclave, todo el mundo está pendiente de la famosa chimenea, expectación de quien será elegido, cada uno puja por sus candidatos… Es un momento en el que sabes que el mundo está pendiente de lo que va a suceder, eso periodísticamente es un regalo.
Ha realizado numerosos viajes de estado con diferentes papas, ¿Cómo son esos viajes de estado?
Suelen ser viajes agotadores, eran mucho más los de Juan Pablo II. El viaje más largo que yo hice con Juan Pablo II fue 15 días, el Papa en cada país hacia 15 o 20 discursos. El Papa Francisco hace viajes más cortos, de menos días y menos discursos. Esos viajes son unos viajes en los que sale el anuncio del viaje y tú pides que te admitan o no en el vuelo papal, que, por supuesto pagamos nosotros, no es que el Vaticano te lo pague. A veces se paga bastante, son viajes largos con el avión para el séquito del Papa y la prensa. El número que solemos acompañarle es entre 50 o 70 personas dependiendo del país que se visita, del interés del viaje. Yo no llevo la cuenta de los viajes, pero con el Papa Juan Pablo II mas de 80, con Benedicto 20 y con Francisco de los 40 que lleva habré hecho 30.
En numerosas ocasiones ha dicho que no se jubilará, ¿lo mantiene?
Como ha dicho, el Papa no va a dimitir mientras siga teniendo las posibilidades de seguir gobernando la iglesia. Yo digo humildemente que voy a seguir trabajando mientras siga teniendo salud, mentalidad y ganas. Yo las ganas las tengo, la salud no me puedo quejar, tengo una edad ya, no soy un joven, y luego tengo el interés que mientras lo pueda hacer lo hare.
¿Cómo ve la situación actual del periodismo?
No muy bien, porque yo mismo en mi vida he pasado por épocas muy diferentes en cuanto a recursos materiales, el mundo de la comunicación ha cambiado muchísimo. Tu fíjate que al principio cuando hacíamos las crónicas para la televisión teníamos que hacer las imágenes, luego las teníamos que montar, luego teníamos que ir a la RAI, la RAI tenía que mandar con una lanzadera a un satélite en Ginebra, que había que haber alquilado, ese satélite lo mandaba a Buitrago, al lado de Madrid y Buitrago lo mandaba a Antena 3. Si alguna de estas partes fallaba, si no llegabas a tiempo, el trabajo tuyo desaparecía. Ahora con un teléfono normal y corriente haces las imágenes y en seguida está en Madrid. Y además ha habido esa invasión de las redes sociales, complejísimo, con muchos aspectos en mi opinión negativos y lo que es evidente es que el estatus del periodista ha sufrido muchísimo. Ahora hay gente que, por escribir paga, por salir en un periódico o televisión pagaría, al final el periodista queda reducido a un trámite. Los periódicos que antes vendían miles y miles de ejemplares, en estos últimos años han bajado drásticamente. Yo creo que la prensa escrita seguirá existiendo, el periodista se tendrá que adaptar a estas nuevas circunstancias.
Hablaba de las redes sociales, usted es usuario de Twitter.
Solamente Twitter, pero no soy de esos de “me he levantado de buen humor”, me encanta saber, pero no me aporta nada. Yo no soy de esos que esta todo el día en Twitter, de vez en cuando si hago algún comentario. Es la única cuenta que tengo, no tengo Facebook. Es útil pero no hay que darlo mucha importancia, creo que hay que estar para contrarrestar algunos que salen con mala uva, pero no es mi campo, yo prefiero hablar en la radio, escribir en los periódicos y salir en televisión.
Hacía que no venía a España desde diciembre del año pasado, estuve cuatro días. Tenemos como todos derecho a vacaciones. Toda la Semana Santa la voy a pasar en Roma, y lo hago encantado. Pero como en este caso aquí en Segovia, luego en Logroño y después en Madrid que tengo un congreso que hace la Universidad CEU San Pablo, si tienes unas causas para venir, vienes. Tengo que pedir permiso lógicamente.
¿Cómo le gustaría que le recordarán?
¿Recordarme?, eso no me interesa demasiado, no pienso en ello. Hay mucha gente que me pide “tienes que escribir un libro”, y es verdad, es una idea que no descarto. Pero escribir un libro es una cosa muy importante, no es un folleto que escribes para hablar de ti para contar batallitas, es un libro, y eso no lo descarto. Pero con el día a día que llevo no encuentro ese momento. Este año he empezado a pensarlo un poco más en serio. Es necesario encontrar el tiempo y el sosiego, yo lo que no quiero hacer un libro folletín, que cuenta las batallitas, yo lo que quiero hacer es un libro que a la gente le ayude a comprender a la iglesia, al menos los años que yo la he seguido de cerca. ¿Qué recuerdo quedará de mí? Se acordarán mi familia, mis hermanos, mis sobrinos, la gente que he podido ayudar… He hecho muchísimos matrimonios, más de 300, bautizos el sacramento que menos he hecho, de lo cual no me arrepiento es la extremaunción, al no ser obispo no he confirmado, esa gente me recordará.
Hay numerosos telespectadores que también le recordarán, ha sido parte de su vida durante muchos años.
Eso lo valoro, lo estimo, me enorgullece, que la gente sepa quién soy, pero eso pasa enseguida. Tu desapareces un año de la televisión y la gente se olvida, la televisión es una cosa efímera. Uno se va, y viene otro. En eso no me importa, me importa mucho más la conciencia que yo he puesto por mi parte, lo que he podido poner. Habré acertado algunas veces, algunas veces no habré estado a la altura, pero bueno, yo creo que pasa en todas las profesiones y en todas las vidas.