Supervivencia e inflación

Si dejamos a un lado los tipos de ideología más preponderantes hasta hace unas décadas, como por ejemplo; conservadora, revolucionaria, reformista o restaurativa, o incluso las que imperan desde hace poco tiempo, como centrista, progresista o independentista; y nos centramos por un momento en la propia evolución del individuo alejado de los sistemas ideológicos conocidos, liberalismo, comunismo, republicanismo, por citar algunos;  enmarcare ahora la palabra Ideología , permitiéndome definirla como algo “sectario”, que parece responder más a intereses propagandistas, egoístas y por qué no populistas, que al propio sentido común.

La ideología de supervivencia, que ahora parece hacerse hueco en muchos ámbitos, habría nacido como una nueva forma de evolución humana con unos nuevos parámetros bien distintos a las teorías de Darwin o Spercer; el primero dentro de la “evolución o selección natural” y el segundo en la defensa de la “supervivencia del más apto”. En cualquiera de los dos, comparto la idea que el individuo habría sido creado para sobrevivir.

La implementación en la vida del ser humano de los avances industriales, en un primer momento, y los tecnológicos más tarde han cambiado el “status quo” del desarrollismo, con unas consecuencias y unos efectos colaterales que en muchos casos ya estamos observando. Los medios se adecuaban al fin y ahora el fin, la supervivencia, se adecua por los medios.

Recuerdo que una vez salidos de los efectos perniciosos del Covid19 y con un incremento muy significativo en los precios desde febrero de 2021 en materia alimentaria y energética, muchos entendidos se apresuraban a inquirir a los cuatro vientos, que ello era debido a una situación temporal y que el rebote sobre las bajas tasas de crecimiento sería más que significativo volviendo a tasas prepandemia rápidamente.

La crisis en el abastecimiento de materias primas que venían de extremo oriente y el estallido de la guerra en Ucrania, contradijo a todos aquellos “todólogos”. El resultado, el ya conocido, precios desorbitados a nivel general y alimentarios en particular durante 2022 y gran parte de 2023.

Respuesta, más política que doméstica en un primer momento, el gobierno de turno establece un freno a los precios de suministros, con reducciones impositivas y con bonificaciones principalmente en los carburantes. Mas tarde, con el consiguiente incremento en la masa monetaria por las ayudas europeas recibidas y en el déficit público.

Ya han pasado algo más de un año, y la situación debe cambiar y acomodarse a las exigencias de la Comisión Europea para cumplir con los objetivos que se impone a España, con el fin de recibir un nuevo paquete de fondos. ¿Y cuáles son los requerimientos que cumplir? Por un lado, aumentar la recaudación, a la que ya se produjo en un primer momento como consecuencia del aumento desmesurado de los precios.

Cuando lean estas líneas ya habrán sufrido el incremento progresivo en las figuras impositivas de determinados suministros energéticos (luz y gas) y que se verán actualizados a lo largo de este ejercicio y asimismo el no ajuste inflacionario en los tipos del IRPF a partir del mes de abril de 2024. Todo ello, entre otros mecanismos porque se solicita a España una estrategia de consolidación fiscal creíble a medio plazo, que mejore su eficacia y adaptación a los desafíos actuales con una reforma en el sistema tributario.

Y por otro, con la justificación para la implantación de un sistema verde para impulsar la transición energética y con el deseo por parte del Gobierno de implementar una situación mejor a distintos colectivos, se plantea en el Libro Blanco de la Unión Europea una subida de los impuestos verdes, como por ejemplo la equiparación de los precios de los combustibles más usados, Diesel, gasolina y gasóleo, que llevaría parejo una subida a corto plazo, sin olvidar que , si está pensando en vacaciones, el gobierno pretende crear una ecotasa, reducción de vuelos domésticos y un techo turístico.

Si a todo esto, añadimos el posible coste de las más que justas reivindicaciones de los agricultores y ganaderos y por efecto colateral el de los transportistas, nos podríamos encontrar y así se refleja en el IPC del mes de enero de 2024, con una tendencia que, en cualquier escenario, justificaría un incremento de las tasas de inflación a lo largo de los próximos meses. Y no nos olvidemos, de las consecuencias a medio y largo plazo por el déficit hidrológico que venimos padeciendo, ni la posible repercusión en los precios por los ajustes salariales que se acometan.

¿Y todo esto como afecta a nuestra Supervivencia?

Lógicamente el primer efecto negativo es la pérdida del poder adquisitivo de los ciudadanos. Respuesta, ajuste en los hábitos de consumo mediante una reducción en la compra de productos alimenticios como la carne, el pescado, fruta, verdura y aceite y la sustitución por otros, quizás no tan saludables y de menor precio, en detrimento de la calidad. Menor consumo energético tanto en el domicilio como en el vehículo privado y un mayor uso del transporte público. Posponer la compra y disfrute productos no esenciales, como vestido, viajes, ocio cultural, servicios médicos y estéticos. Obsérvese que casi el 50% de los ciudadanos han recortado su gasto en calefacción y uso de aparatos electrodomésticos en sus domicilios y casi un 40% evita usar, en lo posible, el vehículo privado, que se achaca a su coste de adquisición, a la implantación de las zonas de bajas emisiones y a las necesidades propias de cada persona, acudiendo a nuevas fórmulas de uso compartido. Datos que corroboran la clara tendencia a la baja a su uso por parte de los jóvenes, entre 18 a 20 años en base a las expediciones de permiso de conducción, pasando de 278.570 en 2021 a 256.946 en 2022, es decir un 7% menos.

El segundo efecto y no menos importante, será el que se viene produciendo ya desde hace meses en el sector inmobiliario. La compra de viviendas a través del empleo de una hipoteca ha disminuido sensiblemente ante los altos tipos de interés del dinero. Ni que decir tiene que el incremento en el precio de alquiler de vivienda a efectos de IPC, que ya en enero de este año ha subido un 3,3%, ante la escasez de oferta promovida entre otros motivos por la propia indefensión jurídica reinante para los arrendadores. Moraleja, modos de vida compartida; como el modelo de vivienda colaborativa, también llamada “Cohousing”, cuyo objetivo principal es crear una comunidad sostenible y amigable donde las personas deciden vivir juntas, donde compartir recursos, siendo gestionada por ellos mismos  y.orientada para personas donde abundan familias; o como el ”Coliving” donde jóvenes buscan una ubicación urbana que permita disfrutar de todos los servicios de una ciudad.

Sirvan pues estos ejemplos, que nos ayudan palpar las tendencias en los hábitos de supervivencia relacionados con el día a día y en lo esencial ante la evolución de los acontecimientos. Hasta la próxima.

 

Mario Sastre de la Calle

 

 

 

 

 

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