Ha muerto un pato

Según fuentes bien informadas, y de toda solvencia, una hembra de ánade real (Anas platyrhynchos), de nombre desconocido, que residía en un parque madrileño próximo al lugar en el que se celebró una mascletá, el pasado 18 de febrero, falleció repentinamente a causa de un infarto, provocado por el pánico ante el terrible estruendo de los petardos.

Al lugar de los hechos acudieron efectivos del SAMUR, Protección Civil y la HUME, sin que pudieran hacer nada por salvar la vida del desgraciado animal. Tal como cuentan los medios, El Ilmo. Sr. D. Álvaro Fernández Heredia fue testigo de tan luctuoso hecho y, a pesar del shock que le produjo, sacó fuerzas de flaqueza, con manos temblorosas fotografió el cadáver y, entre lágrimas, difundió la noticia a través de su cuenta en redes sociales, en las que justamente responsabilizó del crimen al alcalde Almeida.

Todo sea por el derecho a estar informados, que tenemos los ciudadanos de bien, y por el deber de transparencia que rige los designios del gobierno de España. De tan grave suceso se hicieron eco todos los medios nacionales e internacionales, causando gran conmoción en la ciudadanía y provocando la inmediata respuesta de las cancillerías de las naciones más importantes del planeta clamando justicia.

Como acto de desagravio, y en agradecimiento por la atención prestada a la pata en sus últimos minutos de agonía, el citado D. Álvaro ha sido elevado, por el consejo de ministros y ministras, al puesto de secretario general de Movilidad Sostenible, a propuesta del titular de Transporte y Movilidad Sostenible, el Excmo. Sr D. Óscar Puente.

Mientras esta tragedia ensombrecía el ánimo de los habitantes de la capital, con el corazón encogido, pero cumplidora de su deber, la Excma. Sra. vicepresidenta primera del gobierno de España, recibía la terrible noticia de que el novio de la presidenta de la comunidad de Madrid estaba siendo investigado por la Agencia Tributaria, dependiente del Ministerio de Hacienda, institución de la que casualmente también es ministra, y en un heroico acto de transparencia, ha dado la cara informando a la ciudadanía, con la locuacidad que le caracteriza, de esos asuntos particulares, para pedir a continuación, cuentas a D. Isabel Díaz Ayuso por su mal gusto al elegir pareja, exigiéndole la inmediata dimisión de sus responsabilidades, y que pida perdón, procesionando en penitencia, descalza, azotándose con el cilicio, vestida de saco y cubierta de ceniza, hasta la sepultura de la difunta ave. ¡Qué menos!

Se desconoce a esta hora qué honores recibirá la persona que, saltándose toda la normativa sobre protección de datos, y con grave riesgo para su seguridad, rebuscó en los archivos de la Agencia hasta dar con los datos de un particular que mantiene una relación sentimental con la presidenta de la Comunidad de Madrid. Es de esperar que pronto veamos su nombre en el BOE, en la sección de nombramientos, que de bien nacidos es ser agradecidos.

El Boletín Oficial del Estado, y los equivalentes autonómicos, están salpicados de nombramientos de libre designación que recaen sobre personas de sobrado mérito y capacidad, seleccionados por sus grandes virtudes, y de una honestidad irreprochable, tengan o no estudios, sean o no parientes, cónyuges o amigos de responsables políticos. Todos ellos justificadísimos y alejados de cualquier sospecha de nepotismo, clientelismo, derroche de fondos públicos, financiación irregular u otras prácticas corruptas.

Ya lo dejó claro en 2013 la exdirigente socialista Soraya Rodríguez, cuando defendió que los contratos de las fundaciones y los partidos políticos a «gente afín» son «legales» y «morales». Entiéndase por gente afín y moral lo que Ud. y yo estamos pensando. Desde entonces, a pesar de la sequía, ha llovido mucho, sobre todo dinero de los presupuestos generales del estado, suyo, mío y de los parados andaluces, en algunas cuentas personales, en afamadas marisquerías, y en diversos locales de lenocinio con o sin portero insigne.

Pero no nos dejemos engañar, no nos perdamos en la cortina de humo con que los medios afines a la caverna quieren ocultar sus vergüenzas. Que las fortunas robadas a manos llenas, y derrochadas en hogueras para asar vacas, no ofusquen nuestro entendimiento. Que el brillo de los gayumbos del tito Berni no nos deslumbre. Que las andanzas de Koldo, de puerta en puerta, ofreciendo mascarillas no nos distraigan. Que las interminables filas de maletas llegadas de Venezuela no nublen nuestra mirada, ni nuestro oído se deje embaucar por los relatos sobre los negocios de esposas, ascendientes, descendientes y otros familiares y amigos de los que, con legítimo orgullo, lucen el puño y la rosa.

Centrémonos en lo que importa, ha muerto un pato, y el responsable del hecho aún no ha dimitido. No será perdonado. Sea reo de su culpa y caiga sobre él todo el peso de la justicia. Nunca podrá ser amnistiado por organizar una perversa mascletá. Si hubiera sido un correfoc…

Javier López-Escobar

 

 

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