La tan controvertida, discutida y a veces vilipendiada Inteligencia Artificial por determinadas instituciones sociales y políticas podría generar cierta desconfianza en las posibles oportunidades que pudieran surgir ante un nuevo futuro. En cambio, en algunos países del entorno económico anglosajón y oriental lo ven como un nicho de reforzamiento de su coyuntura económica.
Pero si definimos la Inteligencia Artificial, en adelante IA, como una rama de la informática que desarrolla programas capaces de emular procesos propios de la inteligencia humana. Es decir, las máquinas pueden analizar el entorno y realizar determinadas acciones de manera más o menos autónoma con el fin de lograr objetivos concretos. Las capacidades de la IA se centran en el aprendizaje automático, profundo, por refuerzo, en el procesamiento del lenguaje, visión artificial y realidad aumenta, entre otras. Por consiguiente, analizaremos como puede afectar su implementación en personas, en las empresas y en la sociedad a corto y medio plazo.
Al despertar, con un simple reconocimiento del rostro humano el móvil se prepara para su utilización, al subir en el vehículo nos indicara la mejor alternativa para llegar a destino, nos indicara la mejor opción de compra ante nuestros gustos y necesidades, nos recomendara las ofertas en nuestros restaurantes favoritos, teatros, cines y eventos y hasta nuestra entidad financiera nos avisara de cuantas novedades e incidencias se produzcan. No es ciencia ficción, es progreso.
Y en las empresas, en los centros de producción y decisión fomentara la creatividad, agilizara la toma de decisiones precisas y simplificara procesos aportando una visión más completa de la compañía. Los sectores que más se beneficiarán de la implantación de la IA, serán, entre otros, los de educación, sanidad, transportes, energético, marketing, publicidad y financiero.
Y en la sociedad, será el gran reto del mercado laboral, en un primer estadio a través de lo que se ha denominado la “mentorización inversa”; como la oportunidad para promover el dialogo entre generaciones y permitir que los trabajadores mayores de mayor edad se familiaricen con las nuevas tecnologías y con otros instrumentos distintos a los utilizados cuando comenzaron a su vida laboral. El objetivo es que estudiantes jóvenes y personas de reconocida experiencia trabajen juntos para adquirir conocimientos en IA. El mundo para el que se prepararon los mayores de 50 o 60 años, ya con una cierta obsolescencia en la formación, no tiene nada que ver con el de ahora. El reto ante el que nos encontramos es doble. Por un lado, que los formadores alcancen un mayor grado de competencia digital y por otro, que los estudiantes y trabajadores cualificados asuman y alcancen esa competencia, porque de lo contrario podrían ser discriminados y además la nueva generación de los “perennials”, serán inmunes a los estereotipos temporales (estudiantes, empleados y jubilados), ya que deberán formarse, no solo cuando son jóvenes, sino a lo largo de toda su vida
En resumen, se evitará en gran medida la pérdida de puestos de trabajo por la no adaptación de gran parte de los trabajadores a estas nuevas tecnologías.
Se debería desechar la idea de pensar únicamente en las barreras impuestas por los legisladores de la Unión Europea y perseguir los usos y oportunidades que el futuro de la IA, que ahora comienza, nos haga disminuir la dependencia tecnológica del exterior en muchos sectores de la economía española y promueva la creación de empleo de alto valor. No hacer nada, nos traerá pobreza y los países que mantienen un modelo dependiente vinculado a la generación de escaso valor, necesitaran acudir al mercado cada vez más y nos llevara a un déficit público más elevado, hipotecando en mayor medida a las generaciones futuras.
Para terminar, sirva modo de ejemplo, que según el estudio realizado por Randstad Research, el 46% de las compañías españolas consultadas, ya utilizan la IA para llevar algunas de sus funciones: que casi el 50% de las tareas realizadas son para la realización de análisis y predicción de datos, un 38% paran la optimización de tareas administrativas y para la automatización de procesos productivos un 36%. Y con respecto al empleo, aunque en el 90% de las empresas no ha surtido efecto alguno, solo un 2% de las encuestadas han disminuido el empleo y un 8% han contratado más personal para implementarla. Para un futuro, según un informe del Fondo Monetario Internacional (FMI), en las economías avanzadas si habrá cambios en las funciones y tareas necesarias y que, en las economías avanzadas, afectará al 60% de los empleos.
La recualificación de los trabajadores será requisito imprescindible para su supervivencia en el mercado laboral.
Mario Sastre de la Calle