Con una amplia sonrisa y ciertos nervios, sabedora de que era objeto de todas las miradas y que todos los objetivos se fijaban en ella, como corresponde a la gran protagonista de una tradición histórica de Aragón con la Corona.
El Palacio de la Aljaferería, que fuera casa de los Reyes de Aragón, era la primera parada de un intenso día de emociones para la Princesa de Asturias.
Luciendo el uniforme de gala del Ejército de Tierra, Leonor era recibida por el presidente del Gobierno de Aragón, José Antonio Azcón; la ministra de Defensa, Margarita Robles; el delegado del Gobierno, Fernando Beltrán y la alcaldesa de Zaragoza, Natalia Chueca.
Tras saludar a los miembros de la Mesa y Junta de Portavoces, así como los ex presidentes de las Cortes de Aragón, en una jornada en la que se ausentaron los representantes de la Chunta Aragonesista (CHA), Izquierda Unida (IU) y Podemos, Leonor accedía al interior del palacio para recibir la máxima distinción que otorga el parlamento autonómico, la Medalla de las Cortes de Aragón. Una distinción que el Rey don Felipe recibió en 1986, cuando era Príncipe de Asturias y estudiaba en la Academia General Militar de Zaragoza.
Un acto que se inició con la lectura del acuerdo de concesión del reconocimiento por parte de Carmen Rubio, letrada mayor de las Cortes de Aragón. Tras su breve lectura, la presidenta de las Cortes de Aragón era la encargada de imponer la medalla a la Princesa de Asturias.
Tras una fotografía de familia con los miembros de la Mesa y Junta de Portavoces, Leonor pudo hacer un rápido y breve recorrido por las estancias de este palacio que es Patrimonio de la Humanidad, finalizando con la firma en el libro de honor. Una visita que resumía y agradecía con su firma “una ocasión especial que me ha dado la oportunidad de conocer más su historia y disfrutar de su belleza”.
La jornada continuaba con celeridad, desplazándose al Ayuntamiento de Zaragoza, dónde recibía el bastón de mando de manos de la alcaldesa de la ciudad y, a continuación, Leonor saludaba a los miembros de la corporación municipal.
“Una ciudad que conozco y quiero más después de vivir estos meses aquí”, dejaba la Princesa de Asturias estampado en el libro de honor del consistorio.
En el Salón de Recepciones se realizaba el acto de concesión del título de hija adoptiva de Zaragoza, para “dejar constancia del afecto de la ciudad” por la Princesa de Asturias, y “valorar lo que representa para la capital aragonesa”, así recogía el acuerdo de pleno municipal este reconocimiento a la heredera a la Corona, que también recibió Felipe VI en 1986.
Numerosos aragoneses se congregaban a las puertas del Ayuntamiento de Zaragoza, donde se viviría uno de los momentos más cercanos de Leonor con los ciudadanos a los que fue saludando, poco a poco, con una sonrisa, atendiendo selfis y recibiendo el cariño de Aragón.
La Seo del Salvador de la capital sería el último escenario de este frenético, bonito e intenso día que quedará de recuerdo para la historia, y que difícilmente podrá olvidar la Princesa de Asturias, cómo así ella mismo reconocía.
“Ha mostrado una especial sensibilidad hacía esta tierra”, recogía el decreto de concesión de la Medalla de Aragón a Leonor, una medalla que recibía de manos Jorge Azcón, presidente de Aragón.
“Les confieso que cuando llegué a Zaragoza el pasado 17 de agosto venía con muchas expectativas, en parte por todo lo que me había contado mi padre”, así comenzaba su esperada intervención la Princesa de Asturias.
Leonor calificaba la jornada vivida de “día especial”, y confesaba que en estos días había hablado mucho con su padre, cómo había vivido él este día: “Seguir sus pasos significa mucho para mí” reconocía Leonor.
“Les puedo decir que lo que he vivido aquí supera con creces lo que pensaba hace diez meses. En Zaragoza, en Aragón, me he sentido en casa, acogida y acompañada en una tierra que siempre formará parte de mi vida. Quedan sólo cinco semanas para que me vaya, para que reciba mi despacho de alférez, y ya empiezo a echaros de menos” trasladaba a los presentes la Princesa de Asturias, ya en la recta final de su formación militar en Zaragoza.
Un discurso en el que mostro en varias ocasiones su agradecimiento: “Estoy muy agradecida —de verdad— por lo que he vivido aquí durante este tiempo, por todo lo que me ha dado esta ciudad”, continuaba su agradecimiento y confesaba un sentimiento de pertenencia hacía el pueblo aragonés “Gracias Zaragoza. Gracias Aragón. Gracias a todos los que habéis hecho posible que en este tiempo me sienta una aragonesa más. Una maña más” afirmaba la heredera.
Tras la firma en el libro de honor, en el que afirmaba haber vivido “un día muy feliz” y un día “que recordaré siempre”, Leonor cerraba un día para mantener la tradición histórica de esta tierra con la Casa Real.
Fotos y texto: Javier Segovia