Cuando el director de este medio, mi querido Javier, me propuso contar con este espacio para compartir con todos sus lectores mis reflexiones, me hice una promesa a mí mismo: no escribir absolutamente nada sobre el partido de ultraderecha que lidera Abascal.
Hoy voy a romper esa promesa “interior”, aunque les aseguro que va a ser la única vez que hable de ellos. Pero me parece extremadamente grave que haya un partido en el panorama político de nuestro país cuyo líder sea capaz de plantear ante sus enfervorecidos simpatizantes esta barbaridad: «Así todos los días, así todos los meses hasta que no echemos a este Gobierno. Mi pregunta es cómo es posible que no les hayamos echado a patadas, que no les hayamos corrido a gorrazos…”.
Pues mi pregunta, queridos lectores, es cómo es posible que todo un líder de un partido político con no poco poder institucional, sea capaz de alentar de ese modo tan peligroso a sus huestes.
Estas manifestaciones son absolutamente intolerables y no debería haber quedado ni un solo líder político en nuestro país sin condenarlas ni censurarlas.
El actual Gobierno de coalición, el Gobierno de España, es un Gobierno legítimo, por mucho que, desde ese partido de ultraderecha, en connivencia con el PP, se manifieste lo contrario.
La ultraderecha gobierna Ayuntamientos y Comunidades Autónomas también gracias a acuerdos de gobierno y pactos; a la suma de sus representantes, legítimamente logrados en las urnas, con los obtenidos por el Partido Popular. Y conformando gobiernos en los que se están tomando decisiones que están suponiendo retrocesos importantes en materia social, negacionismo del cambio climático, blanqueamiento de dictadura franquista, negación de la violencia de género, por poner solo algunos ejemplos. ¿Y por ello es de recibo plantearnos por qué no se les ha echado a patadas o a gorrazos de esos Ayuntamientos o gobiernos autonómicos?: Evidentemente no. No es de recibo. Ni es democrático. Ni es tolerable.
Manifestaciones de este tipo, barbaridad tras barbaridad, constituyen un gran peligro y el caldo de cultivo para acciones que nadie deseamos. En su día no se impuso el cordón sanitario a esta ultraderecha reaccionaria y la derecha les ha dado alas mediáticas y oportunidades de gestión y gobierno, pero aún estamos a tiempo de que esa misma derecha sea valiente y condene con rotundidad las barbaridades antidemocráticas, racistas, machistas y LGTBIfóbicas de sus compañeros de camino.
A la derecha política y mediática les corresponder poner freno a esta barbaridad que han impulsado.
Y a los ciudadanos nos corresponde, democráticamente, ir dejando fuera de las instituciones a esta ultraderecha tan poco democrática. Y la primera oportunidad la tenemos el próximo 9 de junio con las elecciones al Parlamento Europeo.
Se trata de unos comicios que generalmente han despertado menos interés en la ciudadanía española que unas elecciones municipales, autonómicas o generales. Una “apatía democrática” que esta vez puede ser más lesiva que nunca.
Porque, ante las previsiones demoscópicas que auguran una importante presencia de la ultraderecha en el próximo Parlamento Europeo y por ende en la realidad diaria de la UE, desde la derecha europea, igual que ha ocurrido aquí con el PP, no se cierran a caminar de la mano con los ultras.
Por tanto, la movilización del voto progresista es esencial el próximo 9 de junio. Para decir NO, alto y claro, a la ultraderecha y sus políticas. Para decírselo alto y claro con VOTOS. NI A PATADAS NI A GORRAZOS.
Rubén García de Andrés
Que bien comunicas Ruben, da gusto leerte.
Coincido contigo hay que decir con VOTOS , alto y claro que creemos en el dialogo y la pluralidad, SIEMPRE SE PUEDEN LLEGAR A ACUERDOS CON PERSONAS RAZONABLES Y PACIFICAS