La rotundidad de Ginés Marín, a hombros en Zamora

Gran toreo de capote a la verónica de Ginés Marín al tercero, que respondió con buen aire al encaje y la mano baja de cada lance hasta la media abelmontada en la boca de riego, lucimiento que también tuvo el quite por garbosas chicuelinas tras el único puyazo. Tras brindar al público, inició a pies juntos hacia los medios a un animal con más vida. Arrancó la música en la primera serie con la derecha con firmeza y ligazón, manteniéndose el alto nivel en otras antes de cambiar a izquierdas por donde también la faena rayó a gran altura en otro par de tandas. Volvió a coger la diestra para poner colofón a la faena por todo lo alto antes de agarrar una estocada arriba de rápido efecto que puso en sus manos las dos orejas de Majoleto, un buen cuvillo.

Un deleite la forma de mecer el capote en el recibo de GinésMarín al cierraplaza por empaque, firmeza y encaje. El toro metió la cara con clase y se rebozó hasta el final en la media rematada más allá de la cadera. Un puyazo medido como toda la corrida fue la antesala al quite de nuevo por verónicas de bárbara ejecución y sin embargo con poco eco en los tendidos. Saludó en banderillas Antonio Chacón tras dos meritorios pares. Ginés Marín inició la faena en el tercio con la montera puesta, sacándoselo a los medios por ambos pitones con majeza. De nuevo hizo arrancar a la música tras la primera serie con la derecha, aunque con la izquierda ni desmereció la embestida ni el trazo del torero. Pero se centró, encajó y sintió más con la derecha en el resto de la faena, llegando muchísimo al público. Una lástima que cuando a más iba el torero, el toro se viniese a menos y tuviera que ir a por la espada para además pinchar por primera vez en toda la tarde en dos ocasiones y dejar la faena en una ovación como único premio.

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