Encaramos este 2025 con las mismas o más incertidumbres que el recién terminado 2024. Por mucho que nos felicitemos el año nuevo y nos deseamos lo mejor, la sombra del pesimismo va ganando terreno, a la vista de cómo está el mundo, porque esto de la polarización, del retroceso de las libertades y del deterioro de las democracias parece una enfermedad que va corroyendo los fundamentos de nuestra sociedad.
Lo apropiado en cualquier situación confusa, en la que el camino desaparece de la vista envuelto en niebla y oscuridad, procede pararse un momento, tomar aire, levantar la cabeza y mirar alrededor con calma. ¿Quiénes somos? ¿Dónde estamos? ¿A dónde vamos? ¿Con qué contamos?…
Si pensamos en España, somos una de las naciones más antiguas del mundo, estamos entre los países que se reconocen como democráticos y nuestra economía va como un cohete… ¿O no?
Veamos, si consultamos el Índice de prosperidad “HelloSafe” sobre los países más ricos del mundo en 2024, España no aparece. Claro, que tampoco estamos entre los más pobres. En el índice de Europa ocupamos la posición 21, justo entre Chipre y Eslovaquia. Lejos de aquellos tiempos en que nos decíamos que éramos la décima potencia del mundo y nos codeábamos con los miembros del G20 y G7.
Según el Fondo Monetario Internacional, ocupábamos el decimo quinto lugar mundial en producto interior bruto en relación con el poder adquisitivo, que pasa al trigésimo seto si comparamos esa cifra en valores per cápita, justo por encima de Aruba, preciosa isla caribeña perteneciente a los Países Bajos.
Si nos atenemos al porcentaje de crecimiento del PIB, nuestro crecimiento proyectado, según la Comisión Europea, se espera que sea del 2,1% en 2024 y del 1,9% en 2025. Malta lidera el crecimiento con el doble de la tasa de España, el 4,3%, y otros nueve países muestran un desempeño superior. Y recuerde, un 2,1% de 100€ son 2,1€ y un 1% de 1000€ son 10€ ¿Quién ha crecido más? Según se mire, pero el rico siempre gana más.
En renta disponible de los hogares nuestro puesto es el dieciséis, con una productividad que nos sitúa en el vigésimo primer lugar, junto en la media. En el índice de empleo la cosa empeora bastante, siendo los trigésimo cuartos de nuestro entorno, con solo cuatro naciones por detrás, claro que, si miramos la tasa de desempleo juvenil, entonces sí somos los últimos con diferencia. Pero seguro que no necesita que se lo diga, cada fin de mes lo tiene muy presente.
El Banco de España calcula que en el país faltan 375.000 viviendas, lo que está provocando una imparable escala de precios que aleja cada vez más la posibilidad de emanciparse de los jóvenes que sí han encontrado empleo, pero no solución habitacional, como gustan de llamar a las casas los que las prometen y no las materializan
El Índice de Miseria, paro e inflación en Europa, elaborado por el Instituto Juan de Mariana coloca a España como el país de la UE con mayores niveles de miseria económica, el mismo país en el que se proclamaba aquello de “No vamos a dejar a nadie atrás” …
Paralelamente España no deja de hacer crecer su gasto público, al tiempo que crece el déficit público estructural hasta ser el más elevado de la Zona Euro. En cristiano, gastamos mucho y gastamos mal. Los incrementos constantes en los impuestos que pagamos no se están reflejando en más escuelas y hospitales como se empeñan en decir mientras nos toman por…
Claro que también yo podría recurrir a llamar fijos discontinuos demandantes de empleo a los parados para sacarlos de las listas de desempleo, podría seguir repasando índices, memorias, estudios y estadísticas de diferentes institutos, organizaciones y revistas, sí, y seguro que encontraría también muchos datos positivos que avalaran la tesis de la buena marcha de España, y así unirme al coro de los que cantan las alabanzas a nuestro timonel al estilo de Corea del Norte, pero le estaría engañando.
Puede usted acusarme de haber buscado solo datos negativos para hacer parecer que España marcha peor de lo que va en realidad, pero hay algo inopinable, los datos que doy, escogidos o no, son ciertos y esconderlos no los evita.
Entonces ¿Vamos como un cohete? Yo creo que no, ni de lejos. Avanzamos alocadamente a ras de superficie, sin rumbo, con la inercia de los años anteriores, mientras nos vamos dejando jirones de piel al rozar con el suelo y los obstáculos del camino. Dedicarnos a distraer la atención celebrando la flebitis de Franco, contratando a Bisbal para anunciar aeropuertos, haciendo propaganda de ministerios o poniendo tiritas en las magulladuras, parece poca solución, y menos soluciones son las virtuales, como muchas de las promesas que escuchamos a diario, redoblando la apuesta de las precedentes, que nunca llegan, mientras el barro sigue en los garajes y los ascensores aún no funcionan en la Valencia destrozada por la DANA.
¿Podemos rectificar la derrota de la nave hacia un puerto más seguro? Creo que sí, ya lo hemos hecho antes, tenemos fuertes valores difícilmente cuantificables en cifras estadísticas, que nos han permitido encarar situaciones pretéritas tan malas como la actual con éxito. Está en nuestra mano y pronto, espero, en nuestro voto.
Javier López-Escobar