El sentido común es, como se sabe gracias a la sabiduría de Voltaire, y también viendo los resultados de las decisiones que se toman sin poder explicarse racionalmente, el menos común de los sentidos.
Definido como el juicio práctico que compartimos como sociedad, se supone que es la brújula para navegar la vida, pero, o le damos poco uso, o lo subestimamos en demasía, o de plano lo ignoramos del todo.
Sin embargo, en la actualidad, su uso es tan irónico que parece un mal chiste. Filósofos como Aristóteles defendían que era la base de la razón, pero hoy el sentido común es un campo de batalla. En redes sociales, donde todos son expertos, el sentido común brilla por su ausencia, sobre todo porque las redes son un altavoz a manos de cualquiera, y eso ayuda magnificar ideas incongruentes, pero que, si son descritas con la suficiente vehemencia y el volumen correcto, suenan convincentes a una buena cantidad de gente. ¿Resultado? Decisiones colectivas que parecen sacadas de una comedia absurda. Lo más gracioso es que el sentido común, al final, de común no tiene mucho.
Estudios psicológicos, como los de Kahneman, muestran que nuestras mentes optan por decisiones fáciles antes que razonar. Así, lo «común» termina siendo el grito más alto posible, no lo más lógico. Pensar y razonar cuesta, seguir ideas que nos resuenan porque se acercan con lo me identifico, aunque sean cuestionables o de plano equivocadas, es más fácil.
El resultado de esta falta de pensamiento crítico es preocupante porque evidencia un retroceso en la evolución de la sociedad. Nuestra historia está llena de errores de cálculo, algunos por incapacidad, otras por soberbia (Hitler invadiendo Rusia, por ejemplo) pero lo que a mí más me resulta incomprensible es la sucesión de errores en la toma de decisiones. Que a alguien se le ocurra una idea peregrina es normal, algunas de ellas, de hecho, al final han sido grandes ideas que han contribuido a mejorar el mundo, como el de inocularse con un virus para desarrollar una inmunidad a él, lo cual dio origen a las vacunas, mira tú, pero no voy por ahí, si no por lo que vemos a diario: un tonto tiene una idea tonta. Ese tonto, se la vende a sus allegados, mayormente gente bajo su mando. El grupo, o por miedo a contrariar al jefe o porque son igual de tontos, secundan la idea. Y no hablo de simples actos de corrupción, o de elegir un color por otro, no, hablo de decisiones que afectan en gran medida nuestras vidas. Un ejemplo. Los votantes de derechas, la mayoría, están hartos de este gobierno. Hasta ahí, nada extraño. Pero, para presentarse a las elecciones, ambos grupos de derechas tienen como líderes a políticos que son claramente incapaces de mejorar la vida de nadie excepto la de ellos mismos. Uno, en cada aparición en público deja en evidencia su falta de inteligencia, además del aroma a incompetencia y claras huellas de corrupción e incluso ilegalidades. El otro, un vago que jamás ha hecho otra cosa que vivir del presupuesto, declararse patriota, pero evitando hacer el servicio militar, católico pero divorciado, en contra de las subvenciones, pero viviendo a costa de ellas…no creo que haga falta decir más.
Otra cosa que se me ocurre es la facilidad con la que la gente joven se traga el discurso de que la dictadura fue una etapa buena para España. La cantidad de hechos comprobados y comprobables que prueban, sin lugar a dudas, que la dictadura fue buena para un puñado de personas y terrible para la mayoría, debería dejar al debate sin argumentos. Pero el debate está ahí, y tiene no pocos defensores.
Para complementar estas ideas, he elaborado esta lista con algunos de los eventos más representativos de la falta de sentido común en los últimos 120 años. Este es el resultado:
- Titanic (1912)
“Imposible de hundir”. 16 botes para 2.200 personas. Se hundió en 2 horas.
Falta de sentido común: La arrogancia puede costar vidas. - Prohibición del alcohol en EE.UU. (1920-1933)
Prohibieron la bebida, no el deseo. Nació la mafia.
Falta de sentido común: legislar contra la naturaleza humana. - Crack de Wall Street (1929)
Muchos compraron acciones con dinero prestado. La bolsa cayó 89 %.
Falta de sentido común: Ambición sin preparación. - Puente Tacoma Narrows (1940)
Osciló como gelatina y se derrumbó. Ingenieros ignoraron la fuerza del viento.
Falta de sentido común: diseño bonito > física. - Invasión de Bahía de Cochinos (1961)
CIA entrenó 1.400 exiliados sin apoyo aéreo. Fracaso en 3 días.
Falta de sentido común: plan sin respaldo. - Crisis subprime y Lehman Brothers (2008)
Hipotecas a quien no pagaba. Bancos decían “es seguro”. Colapso global.
Falta de sentido común: riesgo disfrazado de oro. - Pánico por Y2K (1999-2000)
Gastaron $400 mil millones porque pensaron que los sistemas colapsarían con la entrada del nuevo milenio. No pasó nada.
Falta de sentido común: apocalipsis por 2 dígitos. - El desafío del hielo (ALS Ice Bucket Challenge, 2014)
Millones se echaron un cubo lleno de hielo encima por diversión. La idea era donar dinero por una causa, pero pocos lo hicieron. Sentido común perdido: confundir viralidad con impacto real.
- El buque Ever Given bloquea el canal de Suez (2021)
Barco gigante encalla 6 días. Comercio mundial pierde $60 mil millones.
Falta de sentido común: “más grande = mejor” sin plan B. - Pánico por papel higiénico (2020)
La gente vació las estanterías de los supermercados para comprar montañas de rollos de papel de baño en pandemia. No había escasez de comida, ni de nada en realidad, bueno, de sentido común, sí.
Falta de sentido común: miedo irracional > lógica.
Es justo decir que el sentido común ha sido la víctima más silenciosa de la historia, y que sin seguimos ignorándola, nunca vamos a avanzar.
José Luis Haces
