De tal palo…. Hijos michines

Hola, soy María José Tapia García. Ya sé que lo sabíais, pero es que mi tema de hoy va de eso. Del Tapia García.

El pasado jueves mi empresa tuvo el enorme honor de recibir un galardón, el Reconocimiento Especial de Asetra, la asociación segoviana de empresarios del transporte. Y me di la gozada de subir a recoger el premio con mi padre, fundador y presidente de mi empresa.

Un tema recurrente, no solo en el transporte, sino en el mundo empresarial en general, es la falta de relevo generacional. Cuando acudo a foros empresariales, ya sean nacionales, regionales o locales, el sentir general de muchos empresarios de cierta edad es que necesitan una salida para que, cuando ellos no estén, su legado tenga una continuidad.

Comencemos por el principio. Hace años, entre treinta y cuarenta años, se podría considerar que son los que hoy ya se jubilan; había un espíritu emprendedor mucho más valiente y arraigado que el de ahora. A nuestro favor diré que las cosas eran más sencillas para ello. Había menos burocracia y la palabra valía más que el contrato más blindado. Un apretón de manos cerraba financiaciones que daban oportunidades para toda la vida.

Esos valientes, que hoy consideramos los mayores titanes empresariales, y en Segovia tenemos muy buenos ejemplos de ello, convirtieron sueños en proyectos, y proyectos en empresas consolidadas.

Se han adaptado a los tiempos, han transformado sus empresas, han pasado de los acuerdos verbales al papel y del papel al certificado digital. Esto parece muy fácil cuando tienes menos de 60 años, pero pongámonos en el lugar de alguien que te dice: “Mírame esto en el móvil que no sé qué he tocado”, cuando no solo su supervivencia, sino la de sus empleados, dependen de que esté al día.

Así que esas empresas, las longevas, las que han crecido, las que se han adaptado, esas empresas son como un hijo más para ellos. Y en los tiempos de esos empresarios se hacía lo que la sociedad esperaba de ti, pero ahora hacemos lo que nos hace felices y nos llena, y no suele ser (por lo que se ve) continuar el legado. La vocación social tiende a menos horas, menos trabajo, misma calidad de vida (o más, si puede ser).

Hoy en día, ser empresario es algo vocacional. Como los médicos o los profesores. Te tiene que gustar. Y la prensa no es especialmente buena, así que nuestra profesión no es muy atractiva.

Volviendo al inicio de la cuestión, estos salvadores de la economía que iniciaron su proyecto con ilusión ven cómo peligra porque sus descendientes han volado más alto o porque no les interesa. Así que acuden a fondos de inversión o a “Wallapops” de negocios con la esperanza de que alguien pueda continuar su legado.

Pues aquí habla una segunda generación orgullosa. Soy hija de Juan Tapia y de Josefina García. El empresario y la periodista. Desde pequeña he mamado los valores y las profesiones de mis padres. Siempre pienso que salí más a mi padre en lo profesional, pero aquí estoy escribiendo una columna.

A los que nos conocen a todos les parece que soy más bien un híbrido. Como un perro lobo, pero con mis padres. Vamos, una bomba a punto de explotar, si sabéis mínimamente cómo son.

Pero estoy muy orgullosa de su legado. Y trataré de continuarlo hasta el final. Y ojalá, mis hijas, tengan tantas ganas como yo de continuarme (Marieta, de 8 años, apunta maneras, aunque se debate entre Naturpellet y profesora).

No me malinterpretéis. Quiero poner mi impronta en esta empresa. Quiero dejar mi propia huella, pero como un aporte adicional a la que mi padre ha dejado en los últimos cuarenta años.

¡Jóvenes del mundo! Se os presenta una oportunidad preciosa para modular vuestro sueño. Sé que un trabajo fácil, con horario cerrado, es muy tentador. Pero… Lo sencillo es aburrido. ¿Qué somos, leones o ratones? Ponernos límites es cosa nuestra, romperlos también.

Emprender es bonito. Duro, pero bonito. Y gratificante. Y hoy por primera vez hablo de lo mío puramente dicho. De las empresas. Ojalá os guste y si no… Pido perdón.

Valga esta reflexión como homenaje a mis padres, leones ante la vida. Espero llegar a ser al menos algo parecido, porque de tal palo… hijos michines. 

María José Tapia 

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