La forma en la que el problema de la vivienda ha ido creciendo hasta los niveles actuales, especialmente en términos de alquiler -y en la compra vivienda nueva para comprar también-, es más que preocupante. Es muy difícil, casi imposible, hacer frente a un gasto así con un sueldo medio en España. No entraré en detalles económicos porque las variables son muchas y no quiero divagar. La realidad es que, el impacto que este fenómeno tiene en la economía familiar es muy profundo, y el esfuerzo de las familias para hacerle frente al tremendo gasto que representa el alquiler o la hipoteca obliga a las familias a recortar en todo lo demás. Compras menos, en general, y lo que compras lo haces basado en el precio y no en la calidad de los productos. El dinero no alcanza entonces para irte de vacaciones, o para pagar a al dentista, o ir al psicólogo o cambiar las gafas. Sacrificas cosas que hacen que vivas una vida menos disfrutable, porque el cambio de paradigma no es tampoco una opción: irte a vivir a un pueblo y vivir una vida monacal no es ni para todos ni para cada etapa en tu vida.
¿Hay solución? Claro que la hay. En primer lugar, votar correctamente y exigir a los que gobiernan que sean valientes -para enfrentarse a los intereses creados-, éticos, -para hacer lo moralmente correcto- y claro, que sean trabajadores y eficientes.
Aquí, en España, existe un programa de vivienda llamado VPO, pero es un modelo que necesita reinventarse porque los gobiernos lo han dejado en manos privadas, y a la vista está que el resultado es malo.
En mi país, México, como ejemplo, existe un programa de vivienda social que funciona, no es ideal porque en mi país la corrupción lo contamina todo, pero la idea es fantástica y fácilmente replicable, si los políticos quisieran.
Este sistema, llamado INFONAVIT (Instituto de fomento nacional a la vivienda de los trabajadores) se sostiene en 3 patas:
1) Un fondo económico que sale de las contribuciones de los trabajadores -como sería el fondo de pensiones o el seguro de desempleo). Este funciona como un banco desde donde se financian las obras. Es, evidentemente, un organismo oficial, no privado.
2) Un gobierno que ceda terrenos a precios mínimos o gratis, para tales fines, contribuyendo a que el precio final sea asequible y al mismo tiempo, genere ganancias a las empresas constructoras, aunque sean ganancias moderadas, no las barbaridades que se manejan actualmente.
3) Unos constructores que pujen por las obras con la condición de que no superen cierta cantidad, digamos, 70-80 mil euros por un piso de 70M2. (con 5 mil euros de entrada, al 3% a 30 años, quedaría un pago mensual de unos 300 euros al mes con las condiciones actuales de crédito)
Con esta opción disponible, el trabajador puede optar a un crédito del fondo en el que está contribuyendo, y dónde pagará, vía nómina, un 20% de su salario, hasta saldar su deuda.
Es verdad que no sería tan fácil, es verdad que supondría un esfuerzo grande para el político en turno, pero ¿se imaginan el impacto que esto causaría?
Mi última reflexión. ¿Esto es viable a nivel municipal? Pues no lo puedo asegurar, pero se podría intentar. El ayuntamiento tiene terrenos. Lo siguiente sería lograr acuerdos con una institución de crédito (Caja Rural, por ejemplo) y con una serie de constructores, también locales, y proveedores de material y suministros varios que garanticen un trabajo de calidad y a un precio ajustado, -esta es la clave, un precio y un crédito que no sea una carga como lo es ahora y cuyo máximo sea un 20% del sueldo o ingreso del acreditado- y con el ayuntamiento como agente fiscalizador y garante de que todas las condiciones se respeten. El cliente, tendría que ser, claro, sujeto de crédito. ¿Esto es fácil? Por supuesto que no, requeriría una enorme cantidad de horas, esfuerzo, negociaciones, incluso cambiar leyes o normativas seguramente, pero como dijo el genial Nicholas Winton, “si no es imposible, debe haber alguna forma de hacerlo”
Algo así, creo, puede ser el inicio de una línea de apoyo que tendría un impacto brutal en la economía familiar, sobre todo, en términos de equidad y justicia social.
José Luis Haces
