Antes que nada. En la última novela de Lorenzo Silva se puede leer: “… que el hombre que achaca todas sus dificultades a factores externos acaba convirtiéndose en lo último a lo que aspira: un pelele de la fortuna”. Eso es una definición de nuestro presidente, además de mafioso, dictador y cobarde, además es un pelele. Los viajes al extranjero son películas, nadie le quiere, los demás países ni le llaman. Normal con alguien que gobierna con terroristas, golpistas delincuentes, y con comunistas (la ideología con la historia más sangrienta y un presente de pobreza, miseria y falta de libertades). De cómo quede España y de lo que pueda suceder (los españoles ya están a punto de levantarse), él será el responsable junto con toda esa caterva de mal llamados socialistas que no acaban de entender lo que es la democracia. León XIV lo acaba de decir: “el mal no prevalecerá” y Sánchez es mala gente. Vita pergit.
Hace ahora un año se publicó el libro que hoy les comento: “Fuego cruzado. La primavera de 1936” de los historiadores Manuel Álvarez Tardío y Fernando del Rey. Ambos de reconocido prestigio y con un buen número de libros publicados. El libro abarca la historia de los acontecimientos que ocurrieron en España desde el 17 de febrero de 1936 (día siguiente a las elecciones generales) hasta el 17 de julio de 1936 (previsto para el inicio del golpe de estado que terminaría en “nuestra guerra de los 1000 días” o también llamada guerra civil.
Es un libro importante, por lo que dicen los entendidos, el mayor esfuerzo que se ha hecho por contar esos meses de nuestra historia. El libro tiene casi 700 páginas, incluyendo un buen número de ellas para las notas (más de 1500) y una extensa y muy completa bibliografía. Ha cosechado varios premios y está considerado uno de los mejores libros del año pasado, el mejor para el Gremio de Libreros de España. El contenido no ha gustado al lado progresista de este país y como ha sido un éxito de ventas y de comentarios, la polémica tampoco ha faltado. Por el nivel que tuvo (dejo al margen debates barriobajeros de televisiones) solo he seguido la que desató un artículo del también historiador Nicolás Sesma en un artículo en El País criticando tanto el fondo del libro como su metodología y conclusiones. Los autores contestaron y se defendieron en el mismo diario. Y también se produjeron otras intervenciones de historiadores en uno y otro sentido. Y es que, tanto a los apologistas del franquismo como a los que siguen viviendo del antifascismo, solo esperan de un libro como éste el poder afianzarse en sus teorías de que todo tenía que acabar mal por culpa de los otros.

Es un libro transcendente. Fruto de una investigación de muchos años, con una documentación impresionante y cuyas fuentes nos cuentan, enseñan y demuestran. Se acompaña de un buen número de tablas numéricas con los datos de los incidentes, muertos, heridos, distribución provincial, etc. apabullantes y esclarecedoras. Porque los datos son los datos, y los números demuestran lo que demuestran. Y nunca en el libro se decantan por el resultado final del golpe de estado. Solo cuentan, analizan y demuestran los hechos que sucedieron y será el lector el que saque conclusiones.
Una reflexión mía, personal e intransferible. Por mi edad me eduqué en colegios e institutos públicos franquistas. La universidad que conocí ya fue en democracia. Y claro que me enseñaron que la segunda república fue un fracaso y provocó e hizo inevitable el levantamiento militar. Luego con la democracia he ido viendo darse la vuelta a la tortilla y me han querido hacer entender que la segunda república fue el paraíso terrenal, perfecta. Y he ido estudiando, leyendo y leyendo, asistiendo a conferencias, cursos y ha seguido leyendo y leyendo.
Y tengo una opinión. Y me siento identificado con este libro, en el que solo se constatan hechos, datos. La democracia tiene una base imprescindible en la libertad de prensa y está demostrada la falta de ella en ese periodo, lo mismo que se intenta hacer ahora. Y con la justicia. Hace unas semanas, en un “antes que nada” con el que empiezo mis escritos, les contaba esto: “concepto “Republicanización” de las instituciones. Sobre todo, de la justicia. El régimen de la II República no podía estar apoyado en unos funcionarios judiciales “enemigos tradicionales”. Para dictar justicia de clase no hacen falta magistrados reaccionarios. Basta con un panadero, que no importa que no sepa leyes, con tal que sepa lo que es la revolución. Todo esto impregnaba las leyes judiciales de ese periodo”. Está sacado del libro. Era el programa del Frente Popular.
Y también tengo claro desde hace muchos años, que la Historia (con mayúscula) ha perdido toda credibilidad (como el periodismo, la economía, etc.) Todos los historiadores están contaminados cuando empiezan a escribir, todos además se creen objetivos y que “los otros” no lo son. El pasado, la memoria, siempre ha sido objeto de controversia política, por eso creo que estamos ante un callejón sin salida. La única postura es la de cada uno, que, leyendo mucho, formándose, educándose, leyendo y leyendo, llegue a tener una opinión.
Es un fantástico libro. Llena un vacío en esta parte de nuestra historia con el estudio más detallado que se ha publicado hasta ahora. Me parece un trabajo de investigación impresionante, sin tesis ni doctrinas ideológicas y propagandísticas. Su lectura no deja indiferente a nadie. Muy recomendable, necesario. Léanlo, como siempre, en un libro de papel, de verdad, el digital es otra cosa. Al menos a mí me lo parece.

Heliodoro Albarrán
