Continente salvaje

Antes que nada. Según el diccionario de la RAE. Pocilga. 1- Establo para ganado de cerda. Cochiquera, chiquero, corraliza. 2. Lugar hediondo y asqueroso. Cochitril, cuadra, cloaca. Esto es el consejo de ministros de España actualmente. Y el comité ejecutivo socialista. Revolcándose en el barro, en la inmundicia, en la mentira, el engaño, la traición. Todo alabanzas al mayor. Y al aspirante a mayor, Óscar Puente. España es esto gracias a Sánchez. Vita pergit.

Hace unos días asistía a un debate sobre el futuro de Europa, un debate con unos participantes de un gran nivel y que me encantó. En un momento determinado, alguien hizo referencia a un libro publicado hace diez o doce años titulado CONTINENTE SALVAJE y que en él se decía: “El hecho de que Europa se las arreglará para salir de este fango y pasara a convertirse en un continente próspero y tolerante, parece un milagro”. El libro es de Kent Lowe, uno de los historiadores británicos más importante. Recordaba haberlo leído en su momento y ahora lo he releído y les cuento algo sobre él.

El libro es un estudio sobre lo que sucedió en Europa terminada la segunda guerra mundial. Uno de los mitos que desmonta el libro es la creencia de que la guerra terminó al concluir los combates y no fue así porque una gran parte de la sociedad no había aceptado que la lucha hubiera terminado, la ausencia de moralidad y la insaciable sed de venganza hizo el resto. Como en nuestra guerra de los mil días (la conocida como guerra civil).

Imaginen. Se puede leer en el libro: “La segunda guerra mundial dejó a Europa sumida en el caos. Paisajes y cultivos destruidos, ciudades completamente arrasadas y más de 35 millones de muertos. En la mayor parte del continente, las instituciones como la policía, los medios de comunicación, el transporte, los gobiernos locales y nacionales, habían dejado de existir. Los índices de criminalidad aumentaron, las economías colapsaron y los ciudadanos estaban al límite de la extenuación”. Incluso en países neutrales como Suecia y Suiza, y en países más alejados como Inglaterra, las violaciones y delincuencia aumentaron un 50%.

El libro habla de “otros holocaustos”, como el de Croacia donde la Ustacha, organización terrorista asesinó a casi 600.000 serbios, musulmanes y judíos. O la de los nacionalistas ucranianos que asesinaron a decenas de miles de polacos en Volinia. Las matanzas a manos de extremistas búlgaros en el Egeo de comunidades griegas enteras. Y el éxodo más importante, el que produjo el Ejército Rojo ruso al expulsar a millones de alemanes de Prusia, Silesia y otras zonas.

Las fronteras parecían haberse disuelto, no hay gobiernos, solo gente caminando buscando ciudades, comunidades que ya no existen. No hay cines, ni teatros, ni televisión, ni prensa. La radio funciona de vez en cuando y siempre en otro idioma. No hay vehículos, ni comunicaciones de ningún tipo. Las fábricas han sido destruidas, no hay herramientas, no hay comida.

Los soldados alemanes violaron y engendraron, se calcula, casi dos millones de hijos en la Europa ocupada. ¿Se imaginan? Los miles de niños vagando solos por esa Europa, el libro habla de 35.000 niños perdidos, vagando por Berlín, sólo en Berlín. Y la deportación forzosa de poblaciones, a lugares donde se sabia que les esperaban duros castigos y la muerte.

Es este un estudio, un trabajo serio, muy documentado, que nos aporta muchas páginas de notas y bibliografía que nos incitan a profundizar en varios temas. Esta es una parte de la historia poco tratada, poco estudiada, se suele pasar de la Segunda Guerra Mundial a la guerra fría, como si en medio no hubiera pasado nada importante y por eso se agradecen trabajos de este tipo y las posibilidades adecuadas de ampliar conocimientos.

Según vas leyendo pasas de la incredulidad inicial a la incomprensión y al final te queda una profunda tristeza, con el corazón en un puño. Es un libro conmovedor, por su verdad, su objetividad. Como se dijo en el debate que se citaba al principio, debería ser un libro de lectura obligada en los colegios, es un libro que históricamente, políticamente y moralmente, es necesario conocer, leer.

No tengo más que decirles, léanlo, es muy recomendable y, posiblemente, necesario. Al menos a mí me lo parece.

Heliodoro Albarrán 

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