Como ya es de dominio público, Corina Machado ha sido galardonada con el Premio Nobel de la Paz. Sinceramente, me parece una magnífica noticia que este reconocimiento, el más importante a nivel mundial en la lucha por la paz, se le haya concedido a esta mujer: una luchadora y valiente con mayúsculas.
Una mujer que ha luchado y peleado por su país desde la década de 1990, destacándose como una joven líder que se atrevió a hacer oposición a Chávez. Uno de los episodios más conocidos de su larga trayectoria, y que impacta al verlo, condensa en unos minutos la realidad venezolana: la confrontación de María Corina Machado el 13 de enero de 2012. En medio de un público que se burlaba y mofaba de ella –basta con ver las caras de quienes la rodeaban–, y con el propio Chávez dejándola hablar entre risas, ella tomó la palabra.
En esa intervención, Corina le dice a Chávez que es un ladrón y que ha robado a los venezolanos, a pequeños empresarios a los que no han indemnizado tras las expropiaciones. Continúa denunciando que el país que él describe no tiene nada que ver con la realidad que viven: mujeres que no pueden llevar leche a sus casas, y venezolanos que han perdido a sus padres y familiares sin poder ayudarles. Mientras, la diáspora, la mayor de la historia de Venezuela, obligaba a millones a buscar una vida mejor fuera de su tierra.
Corina habla entre los abucheos, manteniendo su voz firme y serena, exigiendo justicia. No se perturba, convencida de que su defensa la inviste de razón y autoridad. Chávez responde que ella está «fuera de ranking» para debatir con él y, desafiante, le dice que «una mosca no caza águilas», provocando el aplauso del auditorio. Corina permanece en su puesto.
Muchos venezolanos han tenido que abandonar su país, y muchos han venido a España a vivir, relatando las penurias: falta de agua potable, inexistencia de sanidad pública y una absoluta falta de servicios en un país extraordinariamente rico en petróleo. Una crisis que ha impulsado a más de 9 millones de venezolanos a emigrar desde 2013.
Sorprende que a María Corina hayan tardado muchos en felicitarla. ¿Cómo no felicitar unánimemente a una mujer que ha defendido los derechos y la justicia para los que sufren? Para aquellos que defienden el empoderamiento femenino, ¿dónde está la razón para no reconocer a una mujer que ha batallado en medio de una adversidad extrema, en un entorno dominado por hombres como lo es aún más en Latinoamérica, y que hace oposición a un dictador?
Los intereses partidistas no pueden cegarnos ante el VALOR, con mayúsculas, de esta mujer. Siguen pasando cosas en el mundo que no soy capaz de entender, y creo que, como yo, muchas otras personas. Si alguien se bate el cobre por defender sus convicciones en defensa de los más desfavorecidos y obtiene el Premio Nobel de la Paz, merece felicitación aquí y en cualquier parte del mundo.
MI MÁS SINCERA ENHORABUENA PARA MARIA CORINA MACHADO, como mujer y como defensora de los derechos humanos en cualquier parte del mundo.
Silvia Clemente
