Cándido Méndez: “No hay nadie, salvo algún neoliberal cutre que quiera eliminar los sindicatos”

En 2016, Cándido Méndez abandonaba la Secretaría General de UGT tras más de 20 años al frente de la misma, y tras plantar huelgas generales a todos los presidentes de gobierno que tuvo enfrente. Han pasado los años, pero a Cándido le siguen pidiendo fotos, reconociéndole y saludándole. Una cara conocida, reconocible y familiar.

Ahora Cándido es dueño de su tiempo, pero no siempre fue así. Ahora elige donde estar y donde no, pero eso no relaja su agenda, con una frenética actividad participando en conferencias, debates, escribiendo artículos… y un recién entregado libro que pronto llegará a las librerías, que pone en evidencia esa energía y fuerza que conserva para defender su visión del mundo laboral, del sindicalismo como siempre hizo.  

Gran conversador, con gran sentido del humor, tremendamente informado de todos los temas que le rodean, lo que le permiten analizar de forma amplía los temas de presente, y de futuro, que son los que ahora más le preocupan. Méndez representa ese sindicalismo de vocación, un sindicalismo que lleva en las venas y observa con tristeza la incapacidad de los dos grandes partidos políticos para alcanzar grandes acuerdos en materias vitales para el devenir del país.

¿Cómo se encuentra?

Me encuentro francamente bien, tengo un nivel de actividad estable para mi edad. Incluso en estas fechas he estado escribiendo un libro. Lo acabo de terminar, y espero que lo publique la editorial para la feria del libro de Madrid. En el libro, como el enfoque que tengo en este momento de la vida, estoy más preocupado por el futuro de mis nietos, más que por contar mi pasado. Aunque el pasado es el que te condiciona el presente, el que te condiciona el futuro. Decía Soren Kierkegaard “la vida solo puede ser comprendida mirando hacia atrás, aunque deba ser vivida mirando hacia delante”. A mí me preocupa sobre todo mirar hacia delante, el futuro del trabajo, yo creo que tenemos que pelear con mucho denuedo para que no se produzca un corrimiento del centro de gravedad de la sociedad, en el sentido que podría acontecer que las empresas y los gobiernos decidan que el eje sea la centralidad tecnológica. Creo la centralidad tiene que ser la del trabajo, eso no quiere decir que yo sea un antagonista de las tecnologías, en absoluto, pero el mecanismo fundamental de cohesión social y democrática que tienen las sociedades es el trabajo. La inmensa mayoría de los ciudadanos de un país a lo que aspiran es a tener un empleo, un empleo digno, y aquellos que ya no tienen empleo pueden disfrutar de una pensión si tuvieron un empleo digno. Por eso creo que esa centralidad no se puede perder, lo que sí que es cierto es que habrá que adaptar el futuro y presente del trabajo, lo que es la revolución digital, la trasformación verde, que es otro elemento fundamental…, ahí están ahora mismo mis preocupaciones. Con la característica distinta de mi etapa anterior que antes podía decir y hacer, ahora solo puedo decir.

En estos momentos de enorme convulsión política y social, ¿no echa de menos estar en esa primera línea?

No, en absoluto. Yo en mi relación con mi etapa en la UGT tengo todo el agradecimiento del mundo, pero ninguna nostalgia.

 Guerras, crispación política, una sociedad muy enfrentada… ¿Cómo ve la situación actual?

Yo a lo largo de mi vida he aprendido el valor que tiene el diálogo, con contenido, no el chao, chao…que son cosas distintas. Me he ratificado en la conclusión que siempre es mejor un acuerdo que una confrontación, siempre hablo de confrontación democrática. La huelga…, al final la democracia es la gestión del conflicto social por métodos pacíficos, atendiendo a las reglas del juego democrático. Yo tengo en ese sentido una preocupación seria porque creo que estamos en un momento en la sociedad española, y también europea, está todo interrelacionado, pero en la sociedad española estamos en un momento decisivo absolutamente. Hay una fecha que es 2026 que nos va marcar, porque se va producir un primer balance de cuál ha sido nuestro nivel de eficacia en la aplicación de los fondos Next Generation. Soy de los que creo que para sacar adelante con éxito esos temas hubiese sido positivo que hubiera entendimiento entre los dos grandes partidos políticos, no estoy hablando de grandes coaliciones, no estoy hablando de articulaciones concretas. De lo que hablo es que debería haber un buen entendimiento y no lo percibo. Los fondos los tienen que gestionar también las comunidades autónomas, el gobierno de la nación es de un signo y la mayoría de los gobiernos de las comunidades autónomas es de otro signo, por lo que el entendimiento debía haber sido la lógica en este momento de la interlocución política. Que podíamos definirlo como cooperación conflictiva, porque conflicto siempre habrá, pero cooperación, al fin y al cabo, y eso sí me preocupa. Y por otro lado me alegro que, en el ámbito sindical, en el ámbito del diálogo social, si se mantiene el diálogo. Lo que sí me parece positivo e interesante es que haya un contraste entre la confrontación político – parlamentaria y el diálogo social. Se firman convenios colectivos, hay un acuerdo para desarrollar los próximos convenios colectivos los próximos años. Hubo el acuerdo para reducir la temporalidad, al final hubo que traducirlo en ley, pero ese decreto ley fue simplemente la traslación al marco legislativo de un acuerdo social, y eso me da motivos de esperanza también de que el diálogo social sigue funcionado. ¿Por qué me parece que estamos en una situación decisiva?, porque tenemos en marcha lo que se llama la revolución digital desde hace tiempo, y está en marcha la transformación verde con fechas. He hablado en cuanto a la aplicación de fondos en 2026, y en 2050 vamos hacia la neutralidad climática, que es fundamental, que es algo fundamental y que tenemos que conseguir. Que hubiera un gran consenso, ese gran consenso debía articularse sobre tres puntos que hay que interrelacionar, un triángulo virtuoso que es digitalización. Con la digitalización tenemos un problema que esta sobre todo impulsada por las empresas, el sector público particularmente en Europa, esto si hay que analizarlo a nivel europeo, tiene capacidad de regular, y son más bien regulaciones defensivas, la protección de datos, la regulación de la inteligencia artificial… por eso creo que ese concepto tan manido de la colaboración público – privada pues debería plantearse ahí de manera que se produjera un cierto reequilibrio de forma que no solo sean las empresas, sino que sean los poderes democráticos, digamos que cogestión a las empresas. La palabra cogestión siempre es una palabra peligrosa, probablemente se pueda utilizar otra, pero que se establezca ese marco público – privado, en la digitalización. Además, en Europa tenemos una dificultad añadida, y es que pintamos muy poco en la revolución digital, salvo en regulación. ¿Por qué? Porque las grandes empresas líderes son americanas o chinas, sin embargo, en la trasformación verde el reequilibro creo que habría que hacerlo al revés, porque el protagonismo fundamental es de las administraciones, y debía haber más implicación de las empresas, y más corresponsabilidad en alcanzar los objetivos. He escrito algún artículo que lo he llamado D3; la digitalización, la descarbonización y trabajo con derechos. Lo que veo, tanto en la digitalización como en la trasformación verde, es que, en apariencia, están interrelacionados en los planes de los gobiernos, pero en realidad no, y sobre todo lo que no hay es interrelación con el impacto en el trabajo, y debería hacer una reflexión conjunta con perspectiva en ese terreno. Y también en Europa, en Europa se está avanzando en un terreno que a mí me parece interesante. En Europa se tomó la determinación de establecer una clasificación de las inversiones en las que se favorecieran las inversiones verdes, y uno de los requisitos que se les plantean a las empresas es que cumplan con los convenios de la OIT de las empresas en materia laboral, pero lo que ocurre en Europa, lo que tenemos es el denominado pilar de derechos sociales que es más avanzado que las normas de la OIT que son normas básicas. Yo soy de los que creo y he defendido, he participado en algún debate en Europa, al igual que se va hacer una clasificación en función de que las inversiones sean verdes, habría que incorporar necesariamente la dimensión social en paralelo, y algo se ha avanzado. Se está haciendo una taxonomía para las inversiones verdes, la taxonomía social en este momento no sé en qué proceso de tramitación está, pero yo creo que se deberían de unificar las dos y dar la misma importancia a las inversiones verdes, como al impacto que van a tener en los ámbitos territoriales donde se desarrolla y a los empleos. Ahí hay un concepto que es el de transición justa, del que todo el mundo habla, pero realmente la transición justa solo tiene traducción práctica en el sector energético. En el sector energético se incorpora la minería, ahí sí que parece que hay conciencia y sobre todo hay recursos. La trasformación verde por ejemplo en España va a impactar sobre todo en el sector turístico, por algo que ahora lo vemos de manera escalofriante como es la sequía, que es el consumo del agua. El sector turístico en España consume 400 litros por visitante y día, que es cuatro veces lo que consume la población española. Solo lo pongo como referencia, hasta qué punto todo eso tiene necesariamente que provocar una conmoción en nuestra cultura de consumo, en los empleos … por lo tanto hay que vincularlo también con el empleo. Y estos son los temas en los que estoy muy centrado.

Los resultados electorales de Galicia han dejado evidente que la izquierda pierde fuerza, una izquierda cada vez más dividida, ¿Cómo está viendo la situación de la izquierda en nuestro país?

 Yo creo que se está produciendo en España un fenómeno, es una opinión muy personal, un fenómeno de vuelta a los dos grandes partidos. Después de una etapa en la que irrumpieron tres partidos con una potencia democrática de 40 o 50 diputados y estoy hablando de Ciudadanos, Podemos y VOX, ahora el único que se mantiene es VOX. La izquierda del PSOE, Podemos está reducido a la minina expresión y Sumar parece que no suma. El resultado de Galicia tiene alcance más allá, de que el PP conserve la mayoría absoluta, que la ha tenido. En Galicia y probablemente creo que pase en el País Vasco, se vuelve a dos grandes partidos, lo que ocurre que en Galicia el gran partido de la izquierda de referencia es el BNG, ha sustituido al partido socialista. Yo soy militante del PSOE, pero ha hecho una campaña de gregario, de gregario, y puede pasar lo mismo en las vascas, pero en este caso sería Bildu. Yo no considero ni al BNG ni a Bildu de izquierdas, para mí es un oxímoron hablar de independentistas de izquierdas, la izquierda sobre todo tiene una seña de identidad que es internacionalista, solidaria… hay gente que los percibe como de izquierdas. Ese fenómeno hay que observarlo con preocupación, a su vez hay otro fenómeno diferencial, la extrema derecha en España también está en retroceso. Las elecciones de 23J la lección inequívoca que dieron los votantes, es que no quieren extremos, los que perdieron y retrocedieron fueron los extremos y lo que aumentaron fueron los dos grandes partidos. Ya lo dije anteriormente, lo lamento que no se produzca a mi juicio ese necesario acuerdo estratégico. Tendría que haber un acuerdo en grandes cosas. Galicia tiene esa lectura, el gobierno de coalición en términos de peso parlamentario está en fase menguante, si uno analiza lo de Galicia, y por lo tanto no se lo que va durar la legislatura.

 Con una importante tasa de paro juvenil, precariedad laboral, la dificultad de acceder a una vivienda… ¿Cree que como sociedad hemos fracasado cuando nuestros hijos no van a vivir mejor que sus padres?

 Eso depende de cómo nos lo planteemos. Yo soy de los que creo que el futuro está por escribir. Lo que hay que conseguir, como dice aquel refrán de Dios escribe sobre renglones torcidos, aunque los renglones estén torcidos, vamos a intentar escribir recto. En el sentido de que hay que pelear, por eso es mi frustración de que deberíamos estar cerrando grandes acuerdos, sería muy importante un acuerdo estratégico que incorpore la reducción de jornada, la mejora de la productividad, que incorpore el impulso a la digitalización de las empresas teniendo en cuenta la calidad del empleo…Y las cosas tampoco son como se dicen. Ahora con la inteligencia artificial se habla de que al final se va a sustituir el trabajo por las máquinas, por eso decía antes que hay que seguir manteniendo la centralidad del trabajo y no dejar que la centralidad la sustituya la centralidad tecnológica, pero eso ya se decía en los años 60. Se está produciendo un fenómeno muy parecido. Ha salido hace poco un artículo de unos bienaventurados economistas norteamericanos que se llamaba la era de la inteligencia artificial y precocinaban a un seguro contra la desigualdad, y partían de la siguiente afirmación: puede ocurrir que el 1% de la población acumule las mayores ganancias con diferencia y sean los que paguen impuestos porque los demás estarán incluso por debajo de la línea mínima para pagar impuestos, por lo tanto, hay que hacer un seguro frente a esa situación. Eso mismo se estuvo discutiendo en los años 60, ahora con la inteligencia artificial, entonces con la robotización. En Estados Unidos se empezó hablar de la renta básica universal, eso no es una novedad, eso ya se empezó hablar. Los robots van a sustituir, el trabajo físico lo van a sustituir los robots… Ahora ya se dice, cerramos la ecuación, el trabajo intelectual también por la inteligencia artificial, eso no ha pasado con la robotización, ahora hay más trabajo. Me he ocupado de analizar los datos de España de los últimos años, están ahí a disposición de cualquiera, ni siquiera el trabajo que se dice rutinario lo va a sustituir la digitalización, ni siquiera ha pasado eso, por lo tanto, yo no voy a comprar mercancía averiada, me están contando mercancía averiada. Es lo mismo con todo lo relacionado con el trabajo de plataformas de trabajo autónomo, tú analizas el empleo autónomo, no han generado empleo neto ninguno, lo que han hecho es deteriorar el empleo que es una cosa distinta, ¿pero generar más empleo?, ellos no. Por un lado, no generan más empleo, pero por otro lado tampoco lo sustituyen. No demos por hecho cosas que no son, y si pudieran serlo tenemos que evitar que lo sean, en base a esa discusión que digo. Eso está por ver que nuestros hijos van… eso está por ver. Eso no quiere decir que no haya datos inexorables de la realidad: el paro juvenil, la diferencia de salarios de los jóvenes con las generaciones anteriores… pero estamos ante un fenómeno que es general. Cuantitativamente a nosotros nos ocurre esto, pero así están todos los países de Europa, yo me he preocupado de mirarlo porque aquí te meten mucha mercancía averiada. Hubo una etapa en la que se hablaba de la mochila austriaca, la mochila austriaca va a resolver… mentira, en Austria antes de la mochila austriaca había menos paro juvenil que ahora. Aquí hay la tendencia de buscar algo que mira por donde que casi siempre algo que va a deteriorar la calidad del empleo. No espigue usted, porque yo puedo hacer el espigamiento de otra manera, y puedo espigar y decir mire: ¿por qué en España no hay la presión fiscal de Dinamarca? o ¿por qué no hay ese modelo de flexi seguridad de que un trabajador del metal pierde el empleo se va a servicios y el salario es más o menos igual? Cuando aquí en España cuando un trabajador de la industria se va al servicio el salario lo mismo baja un 30%, no me haga usted comparaciones interesadas. Yo por eso defiendo ese elemento de cómo definir el futuro, utilizar los fondos, empleo de calidad, transformación verde, transformación digital…trabajar con esos parámetros al unísono. En relación con pensiones. En pensiones vamos a tener una fecha que es muy importante, que es el año que viene, 2025, que se va a comprobar si funciona el nuevo modelo de financiación que está basado en la mejora de los ingresos, que es lo que veníamos defendiendo los sindicatos y de hecho en un acuerdo que firmamos en 2011 sobre pensiones, que es el único acuerdo que ha tenido la firma de los dos sindicatos y de la patronal, el único. Porque este último no ha tenido el de la patronal, hubo otro anterior que no tuvo la firma de UGT, el único que alcanzó ese grado de consenso fue el de 2011. Ya incorporamos que había que explorar otras vías, que todo no puede consistir en recortar las pensiones, que hay que buscar otras vías, y ahora está esa vía en marcha y yo tengo confianza en que esa vía puede funcionar. El futuro no está escrito, lo tenemos que hacer entre todos, lo que no podemos dejar es que el futuro nos arrase y sobre todo que nos arrase en cuanto a valores e ideas y que se superpongan ideas que no son. Para eso los sindicatos van a ser muy importantes, y la patronal, muy importantes, vamos a seguir teniendo un papel fundamental.

Ha percibido respecto a su época al frente de la UGT una cierta desafección hacía los sindicatos, se ha visto ahora con las protestas de los agricultores y ganaderos que se han organizado ellos mismos para no verse politizados.  

 Eso ha pasado siempre. Yo pertenezco a una generación que había un grupo de jóvenes el 1 de mayo que nos coreaban “¡No nos representan, no nos representa!”, eso ha sido siempre. En el año 1988 hubo una huelga general, formidable. No ha habido precedentes, no habido nunca una huelga de esas características, por el impacto. Y me acuerdo que salió un artículo en un periódico que venía a decir que aquello era el canto del cisne de los sindicatos, que estábamos en crisis. Llevamos en crisis toda la vida, y lo digo de manera irónica, eso no es así. Lo que sí es verdad es que siempre habido ciclos históricamente en los que la afiliación sube o baja, aquí hay un dato incontrovertible que el otro día lo hizo público el Ministerio de Trabajo, el 91% de los trabajadores están cubiertos por un convenio colectivo, es que en Alemania son el 35% y en el Reino Unido habido un momento que han sido el 20%. Se puede aplicar a los sindicatos esa frase de los sindicatos tienen una mala salud de hierro, porque es así. Siguen teniendo un papel fundamental. Los agricultores y ganaderos, ha habido efectivamente esos movimientos, pero en estos momentos el liderazgo lo están llevando las organizaciones agrarias. ¿Pero por qué?, porque la defensa, y yo he apoyado las movilizaciones, ojo, y no tengo ningún reproche que hacer a nadie, han hecho bien, lo que debían, a mi juicio esas movilizaciones hay que considerarlas como la sirena en la niebla que te está avisando del problema. Aquí se habla mucho de la seguridad energética, pero también tiene que asegurar el suministro de alimentos, y la política agraria europea hay que cambiarla, es la única política común, la única hay que cambiar. Y yo estoy de acuerdo que no es posible aquí aplicar una serie de cláusulas medioambientales para luego importar productos que nos las cumplen. Lo que quiero decir es que para rentabilizar la movilización hay que estar todos los días del año, las movilizaciones pueden ser tres días, pero quienes están todo el año con los agricultores y ganaderos ayudándoles a arreglar los papeles, asesorándoles respecto a los seguros agrarios… son las grandes organizaciones, que son las que están, pero también por otra razón, esto va a haber que negociarlo con Europa. Tú la cadena alimentaria, que es una buena ley, pero tiene muchísimas dificultades porque no hay inspección, la inspección laboral es deficiente comparativamente es mucho mejor, no digamos la inspección de Hacienda. Pero sin embargo los mecanismos de inspección para ver si se cumple la cadena alimentaria es muy insuficiente, seguro que el propio ministerio lo ha reconocido. Pero luego tiene otros temas que hay que negociar en Europa, y por lo tanto son las organizaciones, yo lo tengo muy claro. A nivel europeo está la Confederación Europea de Sindicatos que es la gran interlocutora con las instituciones europeas, en la conferencia están todos los sindicatos europeos o que van a serlo, están los sindicatos turcos por ponerte un ejemplo, países que están ya como afiliados, lo conozco bien de mi época y eso no ha cambiado. No hay nadie, salvo algún neoliberal cutre que quiera eliminar los sindicatos. Podemos lo que quiso fue hacer otro sindicato y VOX ha hecho lo mismo, lo que quieren quitar es a estos sindicatos, no al sindicalismo, y no lo van a conseguir, y no lo han conseguido. A mí ahora hay gente que me saluda muy afectuosamente, pero antes había gente que me insultaba, en aquellos tiempos pasaba igual que ahora.

¿Cómo cree que le recuerdan?

En general supongo que habrá de todo como en la viña del señor. En general todavía hay gente que me reconoce y me saluda con afecto. Hace poco me paró un trabajador de una contrata de jardines, y me llamo “Cándido, hacía tiempo que no te veía, me acuerdo muy bien que pasabas todos los días sobre las 7:30”, porque yo iba andando desde Vicálvaro hasta la sede del sindicato que estaba en el centro de Madrid, y se acordaba y le dije: “te acordaras de otra cosa, de que un día me pediste un convenio, y al día siguiente os lo traje”, y ya dijo: “es verdad”. Tengo satisfacciones en ese sentido, tengo más satisfacciones que disgustos.    

 

Agradecimiento al Hotel Cándido por las facilidades, atención y hospitalidad.

 

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