Segoviana – Zamora, un partido de más intensidad que de juego

Se respiraba fútbol. Ver las gradas de La Albuera con casi 3.000 espectadores, una afición rival bien nutrida, hacía que se respirara ese ambiente de fútbol que nos gustaría tener en Segovia.

Lo primero que sorprendió, cuando vimos la alineación, es el centro del campo del conjunto Gimnástico, inédito, donde el perfil de los jugadores en el sistema que emplea Ramsés (1-4-3-3), por las lesiones, hacía que jugadores como Borrego o Ferran, se desplazaran a zonas donde no estaban habituados, debían de ponerse el mono de trabajo en defensa y acompañar a Manu, en la zona de creación del equipo.

 Se notaba que había algo de desequilibrio, jugadores del centro campo no muy físicos, y jugadores que en creación no están acostumbrados, habitualmente más cerca del área, en ese último pase, más en la fase de finalización, en la llegada a las inmediaciones del área…, que, en la propia elaboración, lo que hacía que el centro del campo de la Segoviana pudiéramos tener nuestras dudas. Lo intentó resolver el cuerpo técnico segoviano incorporando los laterales por dentro para tener un poco más de equilibrio en el centro del campo, algo que hizo que el Zamora llegara con peligro por ambas bandas, principalmente la derecha, en sus rápidas contras tras perdida de balón del conjunto segoviano. Ferran bajaba para ayudar a la salida del balón, y tenía que hacer un despliegue físico importante, Javi, abusaba de balón, y las acciones ofensivas, por la falta de claridad, se veían obligadas a transiciones rápidas por banda, evitando el centro del campo en creación. Davo, estuvo muy solo y desasistido, durante todo el partido, pero no se le puede poner en duda su enorme esfuerzo.

Sin un dominador claro, el fútbol era de ida y vuelta de ambos equipos, y no fue hasta el minuto 30 cuando se abrió el marcador. Fue una jugada a balón parado, donde el Zamora ya había mostrado su poderío en el juego aéreo. Después de un córner, un rechace, una segunda jugada con centro lateral, la defensa del equipo anfitrión permitió dos acciones, llegando el balón a las mallas segovianas.

 Después del gol unos minutos dubitativos, donde quizás los nervios pudieron hacer que ampliara la ventaja el Zamora, hasta que una falta que Berlanga se sacó de la nada, hizo que el mismo, empatara con un gol de fortuna, reboto el balón en un defensa, despistando al guardameta rival. Justo antes del descanso, gol de los llamados psicológicos. ¿Justo?, probablemente.

 La segunda parte empezó con más fluidez por parte de la Gimnástica. Mas asentados, llegaban con más peligro a la portería rival. Más verticales, siempre por banda y la verdad que tuvieron dos ocasiones para poner el 2-1 en el marcador. Un balón que sacaron debajo de la portería y en otra llegada, un remate de cabeza que salió rozando el palo, sin conseguir el objetivo deseado.

Los zamoranos, por su parte, llegaron pocas veces, pero las veces que llegaban, era con peligro. Pidieron hasta tres penaltis, buscaban el área y lo tenían claro, habría que sacar algo, pena máxima o córner donde el poderío aéreo daba trabajo a la defensa segoviana. Sus protestas no tuvieron justificación, como así corroboro el árbitro, que por ponerle un pero, no se complicó mucho, pito muchas “faltitas”, haciendo un partido trabado y sin ritmo, ambos equipos se encargaron de no dejar jugar cómodo al rival.

Los cambios por parte de ambos equipos no dieron el resultado que imagino que los técnicos esperaban, salvo el de Juan de la Mata que dio más equilibrio al centro del campo sobre todo cuando coincidió con Manu, más presencia, hizo que la Segoviana tuviera más pausa. El resto de los cambios no aportaron lo que los ambos conjuntos querían de los mismos. De ahí al final del partido, juego de ida y vuelta con ocasiones, con más con corazón que cabeza, pero sin opciones claras de gol, gol que podría haber decantado la balanza para uno u otro en cualquier momento, en un final de partido loco.

El partido fue muy trabado, un partido en el que hubo muchas faltas, un partido en el que no había ritmo porque ninguno de los dos equipos dejaba jugar al rival, en definitiva, un partido de más intensidad que de juego, pero que el ambiente y colorido de las gradas, hizo que fuera un bonito espectáculo de fútbol, de los que nos gusta ver en La Albuera, y esperemos seguir pudiendo verlos.

 

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