La valentía se llamaba Damián

Artículo publicado en El Adelantado de Segovia el día 4 de mayo de 2020.

En ciudades como la nuestra, en las que salirse del rebaño supone a menudo ser señalado, etiquetado y juzgado, tiene un gran valor todo lo que hizo Damián Sanz Merino para denunciar de forma incansable lo que él creía injusto, tras una vida trabajando en Caja Segovia, casi 40 años, otra de esas cosas que ya tampoco ocurren.

Esa entidad que todos considerábamos “nuestra Caja Segovia”, ya que nunca vimos a la institución como un simple banco o caja de ahorros, porque era algo más, pero ya nada volvió a ser igual. Todo cambió porque llegó la polémica fusión de Cajas de Ahorros, para que “nuestra Caja” acabara por integrarse en la actual Bankia. Eso propició un proceso con prejubilaciones y jubilaciones millonarias, sumado a otros hechos flagrantes, como el empeño del Torreón de Lozoya y un largo etcétera de situaciones que a muchos se nos antojaban incomprensibles.

La citada situación acabó retirando a Damián de su puesto de trabajo, pero Caja Segovia para nuestro querido protagonista no era simplemente un trabajo, porque para él, como para tantos otros que durante décadas fueron parte de la misma, también era una familia. Todo ese proceso dolió profundamente a la ciudad y mucho más a Damián, que convirtió el dolor en un motivo para luchar en defensa de algo, sin conseguir en muchas ocasiones encontrar la comprensión merecida.

No tuvo que ser fácil, no pudo ser sencillo aguantar miradas de desprecio, cuchicheos o desplantes, todo por defender y ponerse de frente a los más poderosos de la ciudad en esos momentos. Eso es muy difícil, resulta muy duro, pero también es un claro síntoma de una personalidad inquebrantable, una muestra innegablede ser alguien muy valiente. Sólo él lo sabrá y se habrá llevado, allá donde esté, todo lo que tuvo que aguantar. Tendría que asimilar muchos sinsabores cuando regresaba a su casa con la pancarta recogida al hombro. Seguro que recibió apoyos también, pero ninguno nos unimos a él, ninguno fuimos tan valientes como él, salvo su inseparable y fiel Bruce, que estuvo a su lado en esa lucha.  

 Confeccionó una pancarta, la agarró y se echó a la calle para, de forma silenciosa y respetuosa, ponerse frente a los juzgados, la sede de la Caja o la Plaza Mayor y ahí manifestar su disconformidad ante todo lo que estaba ocurriendo, así como para informar a los que se interesaban por lo que estaba pasando. Será difícil acostumbrarse a no ver por la calle a esa pareja perfecta que formaban Damián y Bruce, su inseparable perro, ese fiel bulldog inglés con el que paseaba sin descanso. Daba la sensación de que había veces en las que era Damián el que sacaba a Bruce, pero otras parecía ser Bruce el que animaba a Damián a salir a la calle, formando sin duda un tándem peculiar que ninguna situación podía separar.

 Apasionado y entusiasta del deporte en general, el ping-pong fue su ojito derecho, hasta el punto de ser uno de los fundadores del Club Amigos del Tenis de Mesa. Él consiguió poner este deporte minoritario en el mapa deportivo de nuestra provincia, y conseguir que se hablara de él en Segovia. Era fácil verle pasar las tardes en el Colegio Santa Eulalia practicando, enseñando y disfrutando de su deporte.

 Seguimos fallando como sociedad si solo somos capaces de reconocer los méritos cuando ya no estamos. Damián nos deja su ejemplo de valentía, honradez, educación y trato exquisito. Todo un modelo difícil de olvidar.

 No estamos sobrados de valientes hoy en día, todos supeditados a unos u otros intereses, y Damián representó en letras mayúsculas la valentía de un luchador, gracias por el ejemplo.

 ¡Hasta siempre!

Javier Segovia Muñoz

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