Pero si era conocido era por su “estudio” ubicado a los pies de la estatua Juan Bravo, en la Plaza Medina del Campo, en la que no era difícil encontrarle. Firme ahí, siempre ahí con su cámara de placas sobre un trípode, un cubo colgando, con su objetivo, una manga y con su inconfundible bata azul, ahí en ese rinconcito se encontraban unos decorados de madera de fondo, ante los que posaban los clientes, que podían llevarse la fotografía, única e irrepetible en el acto, en un minuto.
En 1992 la ciudad de Segovia le homenajeaba instalando una placa de reconocimiento y homenaje a Román, además de recibir diferentes homenajes desde distintas asociaciones fotografías, y en su honor nacía el Encuentro Internacional de Fotógrafos Minuteros organizado por la Asociación Fotográfica Segoviana (AFS).
Con su fallecimiento se va uno de los pioneros y conservadores de esta técnica fotográfica, ya prácticamente extinta en la fotografía actual y uno de los personajes más singulares y populares de la ciudad de Segovia.
