Es de agradecer que, de vez en cuando, un ministro nos cuente alguna verdad. El caso es que el titular de Transportes y Movilidad Sostenible, que no destaca por su timidez, nos ha informado de lo siguiente: “estamos estirando el material ferroviario todo lo que podemos y eso tiene sus consecuencias. El material rodante ferroviario de nuestro país no se renueva desde el año 2008 en el caso de Cercanías. En el caso de AVE y media distancia, desde el 2010” [sic].
No contento con asumir su inacción, y la de sus predecesores en el cargo, ha reconocido que, al gobierno en cuyo consejo descansa las posaderas, esto no le preocupa lo más mínimo al afirmar que “hay que acostumbrarse a las incidencias porque son lo normal” [sic].
Pero no queda ahí la cosa, el exalcalde de Valladolid invade el terreno del denostado ministro de la Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes, y revela que la Justicia “muy sobrada de recursos tampoco está”. Poco interesado parece estar en que su compañero actúe para remediar la evidente falta de medios de los magistrados, ya que a continuación recomienda: “si lo que vamos a hacer es someter a las personas a un procedimiento judicial para acabar indultándolas… Pues ahorrémonos ese esfuerzo, y ahorrémosle a la justicia también ese esfuerzo” [sic]. ¡Ajo y agua!
Tiene razón el ministro ¡Qué puñetas! (hablando de jueces) ¿Qué hacemos los ciudadanos preocupándonos de cosas sin importancia, como los ferrocarriles, la justicia, las carreteras, la educación, la sanidad, la seguridad u otras nimiedades?
Sí, ya sé, todo lo que está mal es culpa de las derechas, las extremas derechas, las derechas extremas, los negacionistas y toda esa caterva de indeseables que, al otro lado del muro, se creen en el derecho de reclamar para sí lo que otros conciudadanos disfrutan.
Es lo que tiene estar en una secta, que da igual lo que suceda, el líder siempre tendrá razón y seremos felices en cualquier circunstancia. La próxima vez que viaje en tren, pongo por caso desde Extremadura a Madrid, y se incendie la locomotora, reconocerá con facilidad al fiel sectario, no irá vestido con túnica de vivos colores, no lucirá la cabeza rapada, ni irá aspirando aromas de incienso con los ojos en blanco, será el que en medio de la confusión y el pánico exclame inmutable: hay que acostumbrarse, ¡son incidencias normales!
Lo que Óscar Puente ha admitido, sin lugar a duda, es algo que muchos ya sabíamos, que el progresismo de izquierdas, incluidos PNV, Junts, y cualquiera que pase por la moqueta del congreso, con la bendición de la Presidencia, no van a mover ni un dedo para resolver esos problemas.
Debe Ud. admitir, con la más beatífica sumisión, que, si algo va mal, será porque lo ve con ojos contaminados y ha de pensar seriamente en acudir a algún tipo de institución, en la que se encarguen de reeducarle, so pena de ser destinado al otro lado del muro, de ser incluido en la “fachosfera” y ser etiquetado de antifeminista, negacionista o sionista.
¿Cómo es posible que no veamos la evidencia? ¿Qué clase de mente perversa y sucia nos impide entender lo obvio? ¿Qué crueldad nos impulsa a querer sobrecargar a los jueces con el trabajo de meter a los delincuentes en la cárcel? ¿Acaso no vemos con claridad que “una ley de amnistía evitaría todo lo que supone para el sistema judicial español proseguir con todo esto” [sic]?
Ya puestos, querido ministro, se me ocurre que problemas como el de la sanidad tienen fácil solución, lo de que te duela algo es normal, unas décimas carecen de importancia, debemos acostumbrarnos a vivir con la enfermedad. Todo iría mucho mejor si los médicos, al igual que los jueces, tuvieran menos trabajo, y no acudieran a las consultas ni ellos ni sus pacientes, si los peones camineros no arreglaran los baches ni circularan los coches, si los maquinistas condujeran las locomotoras, si los agricultores no se empeñaran en cultivar tanto, ni nosotros en alimentarnos, si dejáramos a cualquiera saltarse la valla de Melilla…
¿No irán por ahí los tiros de la propuesta estrella de la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo y Economía Social al proponer atarearse menos cobrando lo mismo? ¿O tal vez sea un plan de su compañera vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico? ¡Qué linces!
El abandono de los servicios públicos tiene nombres y apellidos, no se puede escurrir el bulto culpando al maestro armero, tratando de hacer pasar por normal lo que no lo es. Hay ruedas de molino con las que es imposible comulgar. Esa dejación se paga y, tarde o temprano, se cobra vidas. La muerte heroica, en acto de servicio, de dos Guardias Civiles en Barbate no es sólo culpa de sus asesinos, sino de quienes han dejado que tengan cada vez menos efectivos y más barcos averiados que en funcionamiento. Son responsables aquellos que les han enviado a la lucha contra Goliat como David sin honda.
No sigo, porque estoy a punto de escribir alguna barbaridad, y en eso no tengo tanta práctica como los líderes del lado bueno del muro, que acuden cada martes al Palacio de la Moncloa a abrevarse en las aguas cristalinas de la verdad; prefiero dejar que Ud. imagine cuántas más cosas podríamos ahorrarnos si, como nos recomienda el ministro, aceptáramos, sin rechistar, lo que nos cuentan y abandonáramos el mal camino…
¿Tendrá que ser así? ¡Va a ser que no! Sr. ministro.
Javier López-Escobar
Es increíble lo que está pasando.
El campo, los transportes, la seguridad, la sanidad, la educación y lo más grave, están cargándose la separación de poderes del estado.
Muy buen artículo Javier. Con su puntito irónico, como me gusta.
Muchas gracias Ana 🙂