Hasta hace no mucho tiempo Segovia era una ciudad pequeña en la que todos nos conocíamos y en la que no había mucha gente que viniera de otras zonas de España y menos de otros países, pero desde hace varias décadas, ese denominador común de siglos cambió. Será que el mundo cada vez se ha hecho más pequeño o que, con el paso del tiempo, nos movemos mucho más. Hoy cada vez es más frecuente compartir espacios, trabajos y vida con gentes que un día vinieron de otros lugares a causa de motivos muy diferentes. Los hay que quedaron prendados de un monumento, los hay que “su chico” y el azar se alinearon para traerles aquí y los hay que vieron en la enseñanza de su idioma una buena forma de ganarse la vida. Pero ¿Cómo les va por estas latitudes? ¿Cómo nos ven? ¿Se han adaptado con facilidad?…
En primer lugar, recordamos lo ocurrido con Glenn Murray, nacido en California, USA, llegó a Segovia en el año 1987 siendo ya un gran aficionado al mundo de la Numismática y las Casas de Moneda de todo el mundo desde que era un niño. Al llegar a Madrid visitó la Casa de La Moneda de la capital y en ella se encontró, entre la maquinaria necesaria para la realización de monedas, con unos rodillos que eran algo insólito en este mundo. Preguntó por su procedencia y supo que pertenecían a la Casa de la Moneda de Segovia… Ahí comenzó todo.
Rápidamente se trasladó a Segovia y pudo permanecer varias horas en la Casa de la Moneda haciendo fotografías de cada rincón. Cuando regresó a USA y pudo revelarlas, advirtió la situación de ruina en la que se encontraba el edificio y, cuenta, “volví 2 o 3 semanas después para preguntar de quien era el edificio, porque estaba abandonado y en ruinas, y me quedé aquí, encantado de la vida, haciendo esto”.
Glenn Murray considera que Segovia es el mejor lugar del mundo para vivir, lo ve maravilloso en todos los sentidos: “Aquí se vive muy bien, no me siento extranjero, tengo nacionalidad española desde hace 20 años y creo que ahora tengo mi tercer pasaporte español desde entonces, se vive mucho mejor que en USA”. Cuando le preguntamos por el cambio más grande que ha experimentado en su vida, responde que desde hace tiempo ya no tiene coche y siempre va andando y, en cuanto a lo que más echa de menos, la familia no ocupa el primer puesto porque los ve con cierta frecuencia en España o México.
No podíamos dejar de lado su fama de “Azote de media población de Segovia” criticando a todos los que considera culpables de la mala o regular situación de nuestro patrimonio, ante lo que nos cuenta que “alguien tiene que abrir el pico y decir las cosas que hay que decir”. Los políticos o los periodistas son la principal diana de sus críticas porque considera que, desde hace tiempo, “no se puede hablar”. Sigue siendo crítico con el uso que se da de la Casa de la Moneda, pero, aun así, considera que “no estoy amargado”.
No parece que quiera irse a vivir a otro lugar, pero nos cuenta (creo que en broma) que el frío le empieza a afectar y, cuando llega el invierno piensa “¡Qué c… hago aquí! Debería irme a vivir a Canarias…porque no quiero irme de España”. Se considera fotógrafo experimentado y siempre va haciendo fotografías de la ciudad que más tarde publica en las redes sociales.
En este momento está realizando un proyecto para la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre sobre una exposición que va a haber sobre la Casa de la Moneda de Burgos. Se trata de un libro conmemorativo sobre esta Casa de Moneda, lo que ha provocado que, de momento, estén aparcados dos libros que tiene preparados para ir a la imprenta: Una reedición mejorada de una obra sobre “Las monedas de Segovia”, que ahora está agotada y otro, sobre la tecnología.
El siguiente ejemplo nos lleva a Polonia. Anna Zaorska llegó hace ya más de 30 años (En 1990) desde la ciudad de Lomza, junto a su marido, Ingeniero Técnico de Mecánica, con quien hoy regenta el Restaurante La Codorniz de nuestra ciudad. Además, Anna ha realizado funciones de información turística para el Ayuntamiento aprovechando su conocimiento en el idioma polaco y ruso.
Su marido abandonó Polonia años antes por problemas políticos y no podía volver. Anna decidió reunirse con él y, aunque el plan era terminar en Australia, un embarazo y la posibilidad de que pudieran echar raíces aquí pues a partir de 1991 la ley española permitía que los extranjeros que hubieran llegado a España antes de diciembre del año 1990, pudieran legalizar su situación teniendo trabajo, provocaron un cambio en sus intenciones y, aquí siguen.
Fue difícil el comienzo. No tenían protección, ni ayudas, tampoco podían homologar títulos… En España, lo que encontraron común a Polonia fue la raíz cristiana y el carácter abierto que también tienen los polacos. Para Anna, los primeros años fueron difíciles porque había muy pocos extranjeros. Era difícil abrirse camino en el campo laboral, de amistades… y, dicho por Anna, “teníamos una barrera lingüística que, quieras o no, te frena” ¿Se adaptaron? Claro, poco a poco, aunque Anna aun recuerda que al principio le extrañaba ver papeles en el suelo de los bares y de la calle: “eso en Polonia era impensable”. También le extraño el horario partido en los colegios y la adaptación de los horarios a “la siesta” porque durante ese tiempo de descanso, la calle se vaciaba… “Esto ya ha cambiado, ahora no tiene nada que ver”
Hoy, 34 años después, reconoce que, si consigues que un segoviano se abra a ti, “tienes un amigo para toda la vida” y también disfruta de la gran ventaja en las horas de luz. En los días soleados da una gran alegría “hay más vida” y, en cuanto a la alegría… en la calle es donde más se manifiesta: el bar, el chateo… “en Polonia se hace más vida en casa, se reúnen en casa”, aunque ahora , dice Anna,” esto está empezando a cambiar y los españoles también están entrando en casa, como el resto de los europeos”. Como empresarios, perciben que la economía atraviesa por una situación muy difícil: Los clientes recortan su presupuesto y “en vez de pedir una botella de vino, piden una copa. Se nota mucho” “¿Volver? Nunca se sabe, pero, ya tenemos la mentalidad cambiada”.
Siguiendo con el repaso a algunos de nuestros vecinos que han venido de otros lugares más o menos lejanos, no podemos olvidar a una mujer que por diferentes motivos goza de una popularidad evidente en Segovia al haber sido profesora de inglés de varias generaciones de segovianos y segovianas en colegios como las Jesuitinas o las Concepcionistas, en sus clases particulares o en su Escuela de Idiomas Euro Lingua.
Helen O´Sullivan llego a Segovia directamente desde Dublín, Irlanda, hace 50 años. Fue precisamente en Dublín donde conoció a su marido cuando él estudiaba inglés, algo poco habitual en aquellos momentos, y le siguió hasta España en un momento en el que las cosas no eran fáciles. Nos cuenta Helen que, en España, hasta la muerte de Franco (1975) no se estudiaba inglés, solo francés, hasta el punto de que le costó un gran esfuerzo encontrar a sus primeros alumnos.
Helen cuenta su llegada a Madrid destacando la sorpresa que se llevó al llegar: “Venía de Irlanda, donde todo era ya moderno y, al llegar aquí me quedé… muy impresionada por el gran cambio. No había galletas, solo las famosas Chiquilín. La mantequilla había que buscarla… Hasta la vajilla era de cristal Duralex, cuando yo estaba acostumbrada a mis tazas”.
Trabajó primero de Au pair para gente de la alta sociedad, para Marqueses… “Conocí a Franco porque iba a cenar con ellos…” y luego ya vino a Segovia. En la Segovia de la época no había otros extranjeros, “era muy triste”. Helen tenía poco más de 20 años y aunque buscó por toda la ciudad, “solo vivía en Segovia una francesa… Madame, o algo así, y un hombre, Jaime Alpens, que daba clase en Fernández Ladreda”. El estudio de los idiomas en Segovia, y en España, cambió tras la muerte de Franco y, de repente, Helen “tenía cola” de gente interesada en recibir clases de inglés, el cambio se produjo en 24 horas.
Helen O´Sullivan nos cuenta que se casó en Irlanda pero, sus 3 hijos nacieron en España. Se siente más segoviana que nadie y en ningún momento olvida que es hincha del Real Madrid hasta la médula. Echa de menos a su familia, a sus cinco hermanos que siguen viviendo en Irlanda, aunque les visita con frecuencia y, los desayunos típicos de su tierra (con salchichas) aunque ya se puede preparar aquí.
En cuanto a su adaptación, Helen es consciente de que Irlanda es un país católico, lo que hace que nuestras raíces sean parecidas y que adaptarse a las costumbres no fue complicado porque también nosotros somos muy familiares.
Al preguntar por lo que más le gusta de los españoles, la respuesta ha sido clara “como de ellos, me han dado de comer durante 50 años, como no me van a gustar” pero, si nos centramos en los segovianos, destaca que en Segovia, aprender idiomas es fundamental “no sé cuál será la razón pero todo el mundo apunta a sus hijos para que aprendan inglés, a lo mejor es por ser una ciudad turística”, e insiste en que en su escuela, el número de alumnos siempre es muy similar “incluso durante la pandemia, cuando las clases eran online”
El último ejemplo es Marion Negrel, nacida en Marsella, sur de Francia, llegó a España hace unos 15 años tras estudiar Filología Hispánica. Su proyecto era ser profesora de español en Francia, pero, una cosa es lo que se piensa y otra es lo que más tarde se hace. Tras permanecer un tiempo en Salamanca realizando el Erasmus, cuando finalizó sus estudios comprendió que estaba mejor en España y ahí comenzó la historia.
Se unió a un programa en el que buscaban auxiliares de conversación para trabajar en Institutos colaborando con un profesor. Le permitieron elegir la Comunidad Autónoma y la provincia y “como había estado muy bien en Castilla y León elegí esta comunidad, pero, hice un cambio en la ciudad y elegí Segovia, donde llegué en el año 2010”.
Comenzó a trabajar en el Instituto de la Albuera donde disponen de un programa bilingüe en francés, y permaneció dos años en este puesto que compaginaba con dar clases en escuelas de idiomas de la ciudad. Desde 2015 trabaja como profesora de la Universidad de Valladolid, dando clase de francés a los estudiantes de Turismo y Magisterio como profesora asociada y en 2016 abrió su propia escuela, “Fenetre-La Maison Française”.
El idioma francés continúa teniendo muchos seguidores. Marión nos explica que en estos momentos hay programas bilingües para obtener lo que se conoce como el “bachibac”, bachiller español y francés, caso en el que se encuentra el Instituto de la Albuera, pero, además, hay padres que buscan que sus hijos completen el estudio del idioma inglés dando clases de francés y ella, en su escuela, tiene alumnos de todas las edades desde los 3 años. Para todos estos alumnos persigue que consigan el nivel B2 antes de finalizar el bachiller. Este apunte en un currículum “luce mucho”, dice Marión, al llegar a la Universidad.
A Marión le gusta nuestro ritmo de vida, pero no por las fiestas, aunque al ser del sur de Francia tenemos rasgos parecidos. “Yo me siento bastante española”, más ahora que desde hace cuatro años, tiene un hijo con su pareja, español y segoviano. Sobre aquello que más le sorprendió, no duda en reconocer que fue “la vida en la calle, quedar con amigos, reunirse en un bar…” Algo en lo que todos, o casi todos coinciden.
Como podemos ver, parece que todos ellos se encuentran a gusto en Segovia, en España. Nuestro carácter y costumbres ha facilitado el que gentes como Glenn, Helen, Anna o Marion sean 4 vecinos más entre los muchos que nos rodean sin olvidar que hoy, un gran número de estudiantes universitarios de todos los rincones del mundo, están entre nosotros. Pero ¿Que ocurre con los segovianos que un día decidieron probar fortuna lejos de aquí?… Continuará.
Pilar de Miguel
Me ha encantado y sorprendido el reportaje.
Conozco a los entrevistados personalmente y son fantásticos
Espero la continuación.