Comenzamos este mes de octubre con varios platos fuertes en Segovia en el ámbito municipal. Esta misma semana hemos celebrado el pleno ordinario del mes de septiembre. En el orden de la sesión plenaria tendría que haberse incluido el punto de las tasas municipales para 2025. Sin embargo, después de varios cambios de rumbo no ha sido así.
Hemos visto cuáles son las prioridades del alcalde Mazarías: jugar con las partidas presupuestarias para dar titulares. Nada más. Una cosa muy diferente será su ejecución. Esperemos que no duerman el sueño de los justos como muchos otros asuntos anunciados a bombo y platillo y que no han visto aún la luz.
Otra de las prioridades del alcalde para este mes son los actos de conmemoración del 550 aniversario de la proclamación de Isabel como reina de Castilla. Este mismo fin de semana se celebrarán numerosas actividades. Según mi humilde opinión, más allá de ser un gasto de dinero sin el rigor histórico que merece la ocasión (recordemos, por ejemplo, que la fecha real de la proclamación es el 13 de diciembre y no el 5 de octubre), estos actos van a convertir a Segovia de nuevo en un parque temático, ahora con la excusa isabelina.
En el mes de agosto fue el pasado romano de nuestra ciudad el que se “conmemoró” con un mercado que estuvo muy alejado de la cultura romana documentada por historiadores y arqueólogos. Es precisamente este tipo de iniciativas vinculadas al uso del patrimonio arqueológico y cultural con uso turístico el tema sobre el que quiero reflexionar hoy en estas líneas.
Partamos de la base de que me considero una férrea defensora de la consideración del patrimonio cultural como un recurso prioritario para la generación de riqueza en territorios como el nuestro, Castilla y León. En una tierra muy parca en industria, la industria cultural vinculada al patrimonio debe ser uno de los pilares sobre el que se deben vertebrar las políticas públicas. No es ni más ni menos que una adecuada gestión del patrimonio cultural para la generación de riqueza y oportunidades de desarrollo. Se resume en la obligación que tenemos como sociedad de proteger, conservar y difundir el legado que hemos heredado de nuestros antepasados y que debemos preservar para las generaciones futuras. Algo que se define en estas pocas palabras tiene una complejidad tremenda y más aún si hablamos de “organismos vivos” como son las ciudades.
Todos hemos visitado bienes patrimoniales aislados como son los yacimientos arqueológicos en donde se han desarrollado proyectos de investigación, conservación y difusión que han dado lugar a un punto de referencia para los recorridos turísticos de ese entorno. En nuestra comunidad afortunadamente contamos con varios de ellos, desde los más conocidos como Las Médulas, Atapuerca o Siega Verde, todos ellos declarados Patrimonio Mundial por la UNESCO, a los más locales como el cerro de Domingo García que alberga grabados paleolíticos, la villa romana de Aguilafuente o la ciudad también romana de Confloenta que próximamente será objeto de musealización. Estos bienes, con más o menos aciertos, han dado la oportunidad de crear una actividad económica vinculada a su visita generando riqueza en los pueblos de su entorno sin apenas provocar impactos negativos, más bien todo lo contrario.
Muy diferente es la situación que se vive en pueblos o ciudades donde deben convivir residentes con visitantes sin entrar en conflictos y buscando lo mejor para lograr un adecuado dinamismo social, cultural, ambiental y económico. Es un equilibrio difícil de conseguir en el que intervienen diferentes agentes que, en muchas ocasiones, tienen diferentes puntos de vista.
Segovia es uno de estos ejemplos. La ciudad fue declarada Patrimonio Mundial por la UNESCO el 6 de diciembre de 1985, la primera de todas las ciudades españolas que cuentan con esta declaración, cosa de la que debemos estar muy orgullosos. En ese momento los segovianos vieron la oportunidad que suponía este reconocimiento para poder conservar nuestro patrimonio y además desarrollar la actividad turística que comenzaba a surgir con fuerza. Su declaración se realiza por el gran número de monumentos excepcionales que muestran la evolución histórica de la ciudad desde la II Edad del Hierro así como por su entorno natural y paisajístico. Además, se incluye de manera expresa el Acueducto como eje vertebrador del paisaje urbano histórico de la ciudad tanto fuera como dentro de las murallas, funcionado como elemento configurador de calles, barrios, conjuntos históricos y zonas verdes.
El próximo año se celebrarán 40 años de la declaración, momento que deberíamos aprovechar para reflexionar y hacer un balance para afrontar los retos que tenemos encima de la mesa hoy en día. Una ciudad que pierde población en el recinto amurallado de forma sangrante, donde los servicios públicos se van reduciendo, con un incremento de las viviendas de uso turístico y de los pisos de alquiler para estudiantes universitarios de alto poder adquisitivo.
Son unos espacios en donde los turistas van ganando peso a costa del hueco que dejan vecinos y vecinas que deciden abandonar, de manera forzada en muchas ocasiones, el casco viejo de la ciudad. El riesgo que tenemos de perder la esencia como “ciudad habitada” es muy alto y eso supondría perder la base de nuestra declaración como Patrimonio Mundial porque es precisamente la vida de los vecinos la que ha generado a lo largo de los siglos esas condiciones de espacio urbano histórico habitado.
Precisamente este es el momento de reflexión porque es ahora cuando existe un Plan Estratégico y de Gestión de la Ciudad Vieja de Segovia y su Acueducto redactado en el pasado mandato y que hay que poner en marcha. Un plan, redactado con una amplia participación ciudadana, que tiene una clara misión, preservar nuestro patrimonio mundial y a los habitantes que lo han generado, y que marca unas estrategias que difieren mucho de las decisiones políticas improvisadas que vemos en eventos como los actos previstos para este fin de semana.
La banalización del uso del patrimonio no es algo que debamos dejar pasar de largo y es que mucho me temo que todo lo que veremos estos próximos días estará más cercano a las actividades propias de un parque temático al estilo “Puy du Fou” toledano que a aquellas que un sitio Patrimonio Mundial debe promover para la preservación de sus valores universales excepcionales y la vida de aquellos que en el habitan.
Toda esta reflexión me surge una vez escuchadas las conclusiones del II Seminario de Vías Romanas en el que he participado estos días en Gijón. Expertos de diferentes ámbitos y procedencias hemos debatido sobre la materia que aquí nos trae: “patrimonio cultural arqueológico, turismo y desarrollo territorial”.
Después de muchas horas de debate, una de las conclusiones a la que hemos llegado es que hay que prestar especial atención al buen gobierno del sitio patrimonio si se quiere llegar a ese débil equilibrio del que antes hablaba.
Lamentablemente mucho me temo que, o el actual equipo de Gobierno del PP comienza a escuchar a los técnicos expertos en la materia tanto del propio Ayuntamiento como de otras administraciones, o nos veremos en una situación de difícil retorno en la que el “pan y circo” alimentará solo al turismo y no a los segovianos, dejando de ser un organismo vivo y transformándonos por completo en un museo mal gestionado.
La que ha dejado sin protección al Acueducto tras 4 años de menear en titulares de prensa unas ‘ordenanzas’ huecas sin vigilancia ni avisos al público de las prohibiciones, apenas subiendo la cuantía de las multas en vísperas de elecciones de 2023. La que ha dejado la IE Universidad seguir con la sala de recreo para sus clientes adinerados sin pagar ni un céntimo de alquiler, y la gran sala del mal llamado ‘museo’ completamente vacía. La que recibió a Pedro Sánchez en la plaza de Colmenares vergonzosamente destruida hasta el punto de que fue peligroso para el Sr. Presidente hasta caminar por las piedras sueltas. La que ha montado mil saraos en el Azoguejo dejando los escenarios y plataformas tapando el Acueducto durante semanas enteras. La que ha quitado los 3 bolardos de protección del Acueducto al pie de la bajada de la calle San Juan, donde un vehículo sin frenos o derrapando sobre hielo podría chocar directamente contra el Acueducto. Esto es lo que has hecho tu para el Patrimonio de la Humanidad. En esta diatriba tuya, solo has criticado al nuevo Director de Circo PP, pero sin ofrecer solución alguna para nada. Y así estamos. Un cordial saludo y mucha suerte para mayo del 2027!