Miña terra galega con acento segoviano

La 15ª edición del Otoño Enológico de la Fundación Caja Rural de Segovia ensalza el Km.0 mientras se hermana con Experiencias de Calidade, de Galicia.

Son muchos los segovianos que esperan la llegada del mes de noviembre, seguramente por ser unos apasionados de comer bien o del buen vino. Pero no solo de pan vive el hombre. El arte también alimenta, y si le acompaña nuestra tierra, ya tenemos todos los ingredientes para formar parte del Otoño Enológico.

Durante la tarde del sábado, el Museo Esteban Vicente acogió la presentación de un nuevo vino que llega al mercado nacional, Granwine Verdejo. El Otoño Enológico ha sido el escenario escogido por tres segovianos para presentar y poner en marcha un proyecto vitivinícola que busca fusionar el Vino y el Arte desde una nueva perspectiva.

Graffwine es un proyecto que nace en Segovia para crear vinos diferentes en pequeñas bodegas de todo el territorio español. Pero no se quedan ahí. La empresa también trabaja para reivindicar la cultura local a través del arte creado en los pueblos, para disfrutar, aprender, vivir y brindar, y con el objetivo de revertir parte de sus beneficios en la escena artística local, devolviendo a la tierra parte de lo que ésta le brinda.

Durante la presentación el protagonista de su primera etiqueta, el muralista Román Linacero, impartió un taller de pintura, que también fue acompañado por las piezas más exquisitas de Sushicatessen.

Ya por la noche, el Restaurante Villena, y su chef, Rodrigo Aranguren, recibieron con sus puertas abiertas y aforo completo al chef Héctor López, del Restaurante España, en Lugo, para disfrutar de un menú a cuatro manos.

Se trataba de la cata especial de Alimentos de Segovia, acompañada en esta edición de Experiencias de Calidade, de Galicia.  Un mano a mano para sacar lo mejor de ambas tierras, poniendo en valor la artesanía de los productos y de los productores, donde la calidad siempre permanece.

Todo un acierto la asistencia a esta cena maridaje, donde todos los vinos eran 100% segovianos, empezando con Nieva York, un juego de palabras creación de Ismael y Esther Gozalo, de la bodega Microbio Wines. Un verdejo fresco, con burbuja natural que acompañaba perfectamente a la degustación de quesos de tetilla y San Simón da Costa desde Galicia, o la pasta blanda y el curado de Celestino Arribas. En la misma tabla, un sabroso trampantojo de mejillón del que no se dejó en los platos ni la concha. El menú no había hecho nada más que empezar.


Tomate en texturas fue el siguiente plato, con tierra de tomate, helado, esferificaciones y hasta un bloody mary mezclado con mojito que sorprendía a los comensales. Un plato diferente acompañado por un vino muy personal, Viognier 2021, de Finca Cárdaba. Una apuesta arriesgada la de esta bodega ante la complejidad de esta uva, pero con un resultado más que óptimo.

Cerró el trío de vinos blancos Ossian Viñas Viejas 2021. Elaborado con viñas prefiloxéricas, de más de 200 años, conservando la realidad histórica del verdejo segoviano con una delicadeza sorprendente. A su vez, salían de cocina unas patatas gallegas revolconas con gamba roja y torreznos que no dejaron indiferentes a nadie.

Y todavía quedaban los platos fuertes, pero cocinados a fuego lento. En primer lugar, rulo de cochinillo deshuesado con manzana y grosellas. Le siguió una costilla de ternera gallega con crema de castañas y crujiente de grelos. Dos platos que ofrecían lo mejor de cada casa y que necesitaban dos vinos a su altura.

Para el primero, Paraje Adalejos, de bodegas Vagal, en Valtiendas. Un tempranillo diferente, envejecido bajo principios biodinámicos, que ofrece un paladar equilibrado. Para el segundo, Murón Edición Limitada, de la bodega Severino Sanz. Una muestra de la DO Ribera de Duero segoviana, con equilibrio y fuerza. Aromas intensos a frutos rojos dejando un retrogusto largo en boca.

El broche final, un flan de chocolate blanco con helado de auténticas frambuesas y galleta de Xián, de la Ribeira Sacra, para el que la bodega Microbio sacó Circunstancial, como cierre. Se trata de un verdejo complejo, de color dorado turbio, untuoso, goloso en boca y seco a la vez. Una muestra del mimo con el que esta bodega trabaja las uvas más complejas.

 

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