Antes que nada. Según el diccionario de la RAE, la palabra traidor es definida como el que comete traición. Y en su cuarta acepción, habla de “que es más perjudicial de lo que parece”. El diccionario nos ilustra también con sinónimos de traidor: traicionero, desleal, infiel, renegado, desertor, alevoso, felón, indigno, intrigante, ingrato, conspirador, judas. Creo que todas están claras y en el caso que me ocupa, nuestro actual presidente, el mafioso cobarde don Pedrone, todos esos significados encajan en sus comportamientos. Espero acertar y que no le quede mucho porque los españoles no nos merecemos esto. Tenemos que recuperar la democracia secuestrada por este dictador. Vita pergit
La novela de la que hoy les quiero hablar está publicada en España el mes de enero de este año, se puede considerar, por tanto, una novedad. Y desde el momento en que se anunció su publicación ya levantó gran expectación, entre otras cosas porque había ganado el Premio Booker 2024, uno de los más prestigiosos del Reino Unido. La he leído con grandes expectativas y, en gran parte, se han visto cumplidas. Es una novela recomendable.
En este momento de crisis de creatividad en el que vivimos, al menos en mi opinión, esta novela aporta frescura, es algo original. Y parte de esa originalidad es que no hay un argumento muy definido, no es una novela en la que “pasen cosas”, cuando la estás leyendo piensas que algo va a pasar, algo clásico, accidente, asesinato, un alienígena les ataca, fallos mecánicos, pero no. Todo transcurre con normalidad. Con todo lo “normal” que es contar cómo pasan 24 horas, seis astronautas en la Estación Espacial Internacional, dentro de un proyecto de varios meses, que es el tiempo que tienen que estar en la estación, en una órbita terrestre baja, a una velocidad de casi treinta mil kilómetros por hora y dando 16 vueltas diarias a la tierra. Por eso les decía lo de la “normalidad”.
El grupo le forman dos astronautas rusos responsables del mantenimiento de la estación. Además, un italiano que se dedica a monitorizar los microbios que encuentra en la nave, una japonesa que cultiva cristales de proteínas, un astronauta americano que siembra y cuida plantas y estudia cómo se comportan las raíces ante la falta de gravedad y de luz y una cosmonauta inglesa que recoge información de los cuarenta ratones que ha llevado, de su desgaste muscular en el espacio, entre otras cosas. Y además todos están sometidos a un estudio permanente de la influencia de la micro-gravedad en sus sistemas neuronales.
La novela transcurre con sus ocupaciones diarias, con sus ratos de observación de la tierra. Con sus reflexiones sobre porqué se hicieron astronautas. Hablando de sus problemas, por ejemplo, la muerte de un familiar recientemente, pero que, a cuatrocientos Km. de distancia de la tierra, todas estas observaciones toman otra dimensión. La manera de contar, las palabras empleadas, en cómo se mueven, como duermen, comen, etc., en la ingravidez, en ese flotar, está tan logrado que a veces, parece que tú estás ahí, lo percibes.
Y es que, en estas circunstancias, todo cambia de valor, lo ridículo de las confrontaciones políticas o regionales y la añoranza, mucho más fuerte, los recuerdos de la infancia, de las familias, de esas cosas cotidianas que a esa altura y condiciones, son muy distintas. Y en la novela está bien reflejado y te sientes partícipe de sus pensamientos.
Hay dos momentos que me han llamado muy especialmente la atención, uno es las conversaciones y reflexiones sobre el cuadro de “Las meninas” · de Velázquez, que me han resultado muy curiosas. Y otro, muy curioso, las observaciones alrededor de una de las fotos más icónicas de la historia, la que hizo Michael Collins al módulo lunar Eagle, que transportaba a Aldrin y a Neil Amstrong de vuelta de la luna al Apolo XI. Al fondo se ve la tierra. En esa foto Collins es el único ser humano que no está en ella, el resto de la humanidad está ahí. No lo había pensado y me parece genial la observación
Conversaciones sobre el espacio profundo, el tiempo y su paso, el cambio climático, la existencia de Dios, son temas tratados en sus conversaciones que, puestos en contexto, toman otra transcendencia. Y resultan tremendamente interesantes las escenas de su tiempo dedicado a mirar por las ventanas y observar el paso de la tierra, sus continentes, sus océanos, los comentarios son deliciosos, pensando que cada día dan 16 vueltas a la tierra, con lo que cada día ven 16 anocheceres y 16 amaneceres. Tiene momentos deliciosos. En otras novelas me he fijado en lo bien que están definidos los personajes, incluso hay novelas donde la parte más importante son los personajes, en esta no, esta es una novela simplemente “con personajes”. Simplemente, la grandeza está en otras cosas. En la belleza deslumbrante de alguna de sus páginas. Con unas descripciones maravillosas, un lenguaje y un estilo muy cuidado, cálido, acogedor.
Léanla, se la recomiendo, es una novela diferente, disfrútenla con tranquilidad, recreándose en cada descripción de la tierra, incluso en la observación de la “basura cósmica” en lo alucinante que es conocer las cosas que hay flotando ahí arriba. Merece la pena. Y como siempre les digo, léanla en un libro de verdad, en papel, el digital es otra cosa. Al menos a mí, me lo parece.
Heliodoro Albarrán