La paja en ojo ajeno

Hace un par de semanas viví una experiencia de las que pones en el libro de tu vida. De esas que cuando tu vida pasa por delante tiene una diapositiva asignada… Su Majestad el Rey Felipe VI me recibió en Audiencia Real junto con el resto de los miembros del Consejo de Cámaras de Castilla y León.

Esa sensación de entrar en otro mundo, porque el Palacio de la Zarzuela es ya otro mundo en sí, y trasladarte, ya merece la pena.

El caso es que cuando vas a ver a SM el Rey te planteas muchas cosas. Desde que tengo uso de razón he vivido el debate de si es necesaria o no una Monarquía en España. Porque somos de las pocas que quedan en el mundo. Un resquicio de lo que antes era sobreentendido. La evolución de la historia de la humanidad ha ido eliminando estas figuras de gobierno absolutista para dar paso a formas más democráticas, o no, de gestionar los territorios. El teórico poder del pueblo. Los ciudadanos deciden.

No hace mucho que mi amigo Óscar Rodríguez Vaz escribió un artículo de opinión acerca de este tema y, entre eso y la visita, me puse a pensar. Óscar no se considera muy monárquico, pero hablaba de la importancia actual de la imagen que SM Felipe VI traslada al mundo.

Yo siempre me he considerado monárquica. Pero ahora más que nunca.

Vivimos un momento donde la imagen que trasladamos al exterior deja bastante que desear. Al interior también, pero los trapos sucios parece que se lavan en casa.

Lo cierto es que, si nos salimos de la foto, si miramos el paisaje desde fuera, como si fuéramos ajenos (esto es un truco para gestión de empresas y resolución de problemas muy útil, el salirse de vez en cuando y verlo todo desde fuera, con un punto de vista objetivo), entiendo que objetivamente todos pensamos que esto está caótico.

Los políticos se dedican a criticarse unos a otros por lo que hacen o no hacen. No es que den soluciones, sólo critican. El fiscal general bajo la lupa de la Justicia, que es quien se supone que la defiende. Vamos, una contradicción en sí misma. La familia del presidente también. Casos de corrupción, de malversación, de trampas en todos los grupos políticos que se nos ocurran. Normas y leyes que no salen adelante por falta de consenso, pero que el motivo no es que los grupos crean o no en ellas, es que hay otros intereses políticos por detrás que no se están cumpliendo y así sirve como extorsión. Ahora es más importante si decimos genocidio o no que las propias víctimas que la maldita guerra deja cada día. O vestirnos con una bandera de Palestina, sin saber en muchos casos ni de qué va, ni por qué está ese conflicto. Vaya por delante que condeno absolutamente cualquier tipo de violencia, máxime un conflicto armado. Pero no opino de lo que no entiendo o me afecta. Insisto, condeno cualquier tipo de violencia. Así que también condeno la que se da en las manifestaciones sobre este tema, máxime cuando la violencia suele cargar sobre gente que sólo está trabajando y no tiene nada que ver con el conflicto por el que se protesta. No se puede pegar a un niño mientras le dices que no se pega, porque ha pegado a otro.

Lo que quiero decir es que es más fácil mirar y centrarnos en lo de fuera… ese refrán de ver la paja en el ojo ajeno, y no la viga en el nuestro. Que es lo que hacen todos los países.

Y eso nos lleva de nuevo a la imagen que exportamos. A la foto nuestra que tienen los demás. Al tráiler de la película de España. Y a nuestro Rey.

Así que, pensando en todo esto, me llegó sin darme cuenta el momento de poder estrechar la mano de Su Majestad. De inclinarle la cabeza en señal de respeto. Y una servidora no pudo por menos que hacerle una reverencia (inconsciente pero muy visible) por ser esa imagen que necesitamos. De fortaleza, de seriedad, de estabilidad. De coherencia y de sociabilidad. De paz, al fin y al cabo.

Hoy no he hablado de empresas, que en teoría es lo mío. Pero como Embajadora de Marca Ejército está claro que tengo el amor por España metido en las venas. Y esto es España. Así que, ojalá estas palabras sirvan para remover alguna conciencia. Y, si no, pido perdón.

¡Viva España y Viva el Rey!

María José Tapia 

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