Antes que nada. El caso Koldo-Aldama-Ábalos es ya el caso Sánchez. Y el caso Begoña-David Sánchez también. Igual que el caso del Fiscal General del Estado, también es ya el caso Sánchez. Y no olvidamos a “Ttito Berni” y otros. Un presidente del gobierno tapado por el estiércol. Esta mafia que nos gobierna decía que venía a “regenerar”, a hacer “otra política”. La parte del gobierno de extrema izquierda (comunista, que es lo mismo) ha aportado machismo y presuntas agresiones sexuales. Yoli, la fea (porque se acerca más a la realidad y porque “guapa” le molesta) aparte de subir el SMI sin consenso y leyes injustas, estamos esperando. Mientras, los socios terroristas asesinos y los delincuentes independentistas siguen chantajeando. Gobierno fallido. Da pena ver a socialistas con cargo (pesebristas) y sin cargo (revanchistas), apoyando a este dictador, mafioso y cobarde y a sus enviados, alguno con “papamóvil” y escobilla de baño en ristre. Serán responsables, también, de lo que venga. Vita peergit.
El pasado año se celebró el centenario de la muerte de dos grandes escritores, Kafka y Joseph Conrad. La importancia y trascendencia del primero ha hecho que la efeméride del segundo pasara un poco desapercibida. Yo he querido aprovechar ese aniversario para releer y recomendársela, una de sus novelas más conocida, no sé si la mejor, pero si la que más ha transcendido, sobre todo después de la gran película “Apocalipsis Now” de Coppola, inspirada en ella.
Mario Vargas Llosa, en su fantástico libro “La verdad de las mentiras”, hace un análisis de esta novela, a la que llama “las raíces de lo humano”. Hace primero una semblanza del Congo de Leopoldo II rey de Bélgica, que se llamó Estado Libre del Congo de 1885 a 1906 y durante el cual se calcula que murieron entre 5 y 8 millones de nativos. Leopoldo II, nos dice Vargas Llosa, era un hombre culto y creativo, economista, político, inteligente, lo que no le quita que pueda ser tildado de indecencia humana. Hay que recordar que en 1884 se celebró la Conferencia de Berlín, organizada por Bismark y donde los países europeos se “repartieron” el continente africano, correspondiendo a Bélgica el control del Congo. Todo se hizo para “propagar las mieles del progreso y la civilización”.

Conrad había viajado al Congo unos años antes de escribir la novela y regresó totalmente impresionado, aturdido, de lo que allí había visto: la brutal explotación de los nativos para conseguir marfil. Lo que allí observó y vivió está en la novela. El protagonista es Marlow (Conrad en realidad) y lo que cuenta, es, primero, cómo se hizo marinero y cómo fue consiguiendo grados de mando hasta ser capitán y aspirar a comandar un barco colonial que viaje al Congo. Después, en la segunda parte de la novela, nos relata el viaje a través del Río Congo en busca de Kurtz, un agente comercial que ha demostrado ser el mejor, consiguiendo enviar inmensas cantidades de marfil. Pero Kurtz es un personaje extraño, se ha perdido en el fondo de la selva y Marlow va en su busca. No va buscando sólo a un hombre, va buscando un mito. De Kurtz se contaban toda una serie de historias crueles, de cómo había conseguido cautivar a muchos indígenas que le siguen como a su Dios y según se va acercando a donde cree que se encuentra, el mito va creciendo. En la tercera parte de la novela, Marlow ha llegado a su destino, pero Kurttz no quiere abandonar su casa, está muy enfermo y Marlow nos va detallando el mito, el hombre, el soldado, sus miserias y sus grandezas. Era un hombre culto, periodista, músico, poeta. Pero se ha vuelto loco. O eso parece.
El libro explora las raíces del ser humano, dice Vargas Llosa, llega hasta las catacumbas del ser, allí donde anida la vocación de irracionalidad destructiva del ser humano. Kurtz está convencido de su misión civilizadora: recoger marfil para Europa, Pero la naturaleza salvaje, la soledad y otras muchas circunstancias le hacen perder la razón. La realidad africana, la profundidad de la selva y sus primitivos y ancestrales habitantes hacen que él o su alma pasen del bien al mal, de la razón la sinrazón. Vargas Llosa cataloga la historia y la narración de compleja y destaca la atmósfera de confusión y pesadilla que Conrad consigue crear con maestría.
Después de lo anterior de Mario Vargas Llosa, poco más tengo que decir, me parece que es una de las novelas que mejor han tratado ese viaje a la locura, a la irracionalidad. Leída ahora, en nuestro siglo, es una novela con tintes racistas, pero en ese siglo todavía se cuestionaba la racionalidad y la humanidad de los negros y la sorpresa cuando un negro es capaz de realizar labores “normales”. Me han gustado mucho los dilemas morales que plantea la novela. Y el tratamiento de la naturaleza salvaje, el paisaje, la ambientación, que llegan a convertirse en personajes de la novela.
En fin, todo en esta novela es importante. No dejen de leerla, no dejen de analizar y pensar. Es una de las grandes obras de la literatura universal. Es una novela corta, pero compleja, que necesita, creo yo, una lectura pausada, reflexiva, no hay grandes aventuras clásicas, hay aventuras morales. Se sumergirán en una atmósfera tenebrosa, oscura, asfixiante. Un tono pesimista impregna toda la narración. Yo creo que es una de esas novelas muy recomendable, imprescindible para los muy lectores, y también para los que quieran ampliar miras con una de las novelas mejor consideradas de la literatura universal. Prepárense para enfrentarse al horror real. Léanla, como siempre, en un libro de verdad, el digital es otra cosa y espero que les guste y disfruten de literatura de alto nivel. Al menos a mí, me lo parece.

Heliodoro Albarrán
