Antes que nada. España sigue secuestrada por Pedro Sánchez, el cobarde, el dictador. Y mafioso, cada vez más claro. Por supuesto del apagón no sabemos nada, ni del atasco de los trenes, ni de la DANA (sí, la de “si quieren algo que lo pidan”, más de 200 muertos, la incompetencia de Mazón y la estrategia política del dictador tuvieron parte de culpa). Recuerden el año 2017 y la primera película que grabó el mafioso, “la banda del Peugeot”. Sánchez el capo, Koldo, Ábalos y Santos Cerdán. A vedes se montaba también Adriana Lastra (supongo que en las piernas de Ábalos). Todos están cayendo, Koldo y Ábalos hace tiempo, ahora Cerdán. Queda solo el capo, le están salvando, pero caerá. Todos se han llevado la pasta y otras cosas, ¿alguien se cree que el capo no participaba? Todo es cuestión de tiempo. Mientras, España aguantando, el Congreso anulado (todos los decretos sin debates ni informes), sin presupuestos, adulterando todos los datos para seguir, insultando y cercando cada vez más a los jueces. El caso de Extremadura, con su presidente y su amaño propio de un gánster, es una prueba más de la indecencia de toda la banda socialista que nos gobierna y de los que se callan. ¿Socialistas?, ¿progresistas?. No, cómplices. La familia acorralada. ¿Hasta cuándo? Vita pergit.
Hoy les voy a comentar y a recomendar un gran libro. Por el tamaño, dos volúmenes de 800 páginas cada uno. Y por su contenido, una fascinante reconstrucción de la vida de un grupo de intelectuales españoles huidos a Francia después de nuestra guerra de los mil días (la mal llamada Guerra Civil) y que, en París, tienen que sobrevivir, además de a su exilio, a la ocupación nazi de esos años (1940 y siguientes) y al gobierno colaboracionista de Vichy.
Pero antes hay que hablar algo del autor de esta magna obra. Juan Manuel de Prada, un escritor importante, un escritor de otra época (luego les cuento cosas), reconocido con todos los premios literarios de este país: Premio Nacional de Narrativa, Premio de las letras de Castilla y León, Premio Biblioteca Breve, Premio Planeta, y otros como novelista y además de premios importantes por sus artículos en prensa, como Premio González-Ruano y Mariano de Cavia, entre otros. Autor de libros de relatos, una novela gráfica, varios libros recogiendo sus artículos periodísticos, ensayos sobre cine, política y literatura. Y por supuesto, ha publicado creo que 11 novelas muy importantes. He leído todas sus novelas y algún ensayo. Y puedo decir que es uno de los escritores españoles actuales más importantes. Por su amplia cultura, la multitud de temas abarcados y sobre todo por cómo escribe. Se le acusa y lo comparto, de que su escritura es barroca, es complicada, a veces sus artículos son densos, difíciles de comprender y algunas de sus novelas también. Pero es que todo en él es inmenso, es grandioso, como su dominio del vocabulario. Leyendo esta novela, por ejemplo, casi en cada página hay una palabra que no conoces, que por el contexto intuyes su significado y sigues avanzando. Yo, a veces consultaba el diccionario y es una gozada descubrir palabras nuevas, maravillosas como todas: balandrán (abrigo ancho y largo), lorza (parecida a una cabra), lumias (prostitutas), adunaban (juntaban), balduque (cinta estrecha para atar legajos), ablandabrevas (persona inútil, político añadiría yo) y otras muchas que son una delicia, aunque hagan más difícil su lectura.

En esta novela, el protagonista principal y narrador es Fernando Navales, que ya le conocimos en la primera novela de Juan Manuel de Prada que se llamó “Las máscaras del héroe” y que ahora lo recupera. A Navales se le encomienda la misión de, en París, intentar atraer a las filas del movimiento y de la Falange a una serie de personajes de la cultura exiliados y considerados rojos peligrosos. Se trataría de engatusarles, de ofrecerles recompensas por actuaciones, publicaciones y participaciones en actos de exaltación franquista. De convencerles que es mejor llevarse bien con el régimen y más en ese momento en que parecía que la guerra la iban a ganar los alemanes. Y todo con apoyo del embajador, del delegado del gobierno, del jefe de la policía, del ministro, etc.
Navales es un personaje sin formación, pero un tipo listo, muy listo, un vividor, capaz de engatusar a cualquiera, de convencer con su palabrería y su zalamería a todo el mundo. Y de esto va la novela, de las artimañas de este personaje para lograr su objetivo. Por la novela desfilan muchos artistas de la época, todos satirizados y en gran parte de los casos, ridiculizados, sacando a relucir los instintos más íntimos y sórdidos e inconfesables de ellos.
Picasso es tratado como un pintamonas, un tratante de ganado que esconde lingotes de oro en su casa y que en una ocasión llega a apoyar una estafa de falsificación de cuadros que promueve Navales y que, previo pago de comisiones muy generosas al propio Picasso, sale adelante engañando a esos nuevos ricos parisinos que creían entender de arte. Además de Picasso, por la novela vemos a escritores como Gregorio Marañón (memorable discurso con el que se cierra el primer volumen de la novela), César González-Ruano (“ruanito” en la novela), Sebastián Gas y otros, pintores como Federico Beltrán, Emilio Grau, Fabián de Castro y otros. El arquitecto Mateo Hernández, muy popular por una escultura titulada “La bañista”, para la que posó la escritora catalana Ana María Martínez Sagi. Ésta es protagonista destacada de la novela junto con otras mujeres como Ana de Pombo, Nana de Herrera, la actriz María Casares y alguna otra. Mi impresión es que las mujeres están mejor tratadas, menos ridiculizadas que los hombres, no sé si por méritos o por debilidad del autor. Ana María Martinez Sagi es un personaje que ha estudiado a fondo Juan Manuel de Prada, hizo tu tesis doctoral analizando su obra, en el 2000 publico una novela “Las esquinas del aire” con el subtítulo de “En busca de Ana María Martínez Sagi” y en el 2022 ha publicado un ensayo titulado “El derecho a soñar. Vida y obra de Ana María Martínez Sagi”, obra monumental de también 1600 páginas y ya muy difícil de conseguir y que estoy “persiguiendo”.
La novela, repito, dos volúmenes de 800 páginas cada uno, es una sucesión de capítulos en los que cada uno se centra en un tema concreto, en una situación especial, en un personaje, lo que hace más “ligera” y amena su lectura. A mí me ha gustado, me parece que le sobran páginas, pero me parece una obra maestra, un libro de otra época. Todo lo que se cuenta es cierto, todo es fruto de muchos años de rastrear documentos, cartas, diarios, biografías, entrevistas, archivos en España y en el extranjero. Juan Manuel de Prada ha denunciado que, en el transcurso de este inmenso trabajo de documentación se ha encontrado con cartas y documentos en archivos franceses de gran valor histórico para España y que parece que a nuestras autoridades no les importa el estado de deterioro extremo, a punto de desaparecer en muchos casos. Parece lamentable. Como digo todo lo que se cuenta está documentado, en algunos casos en su totalidad y en otros muchos casos, el hecho es real, pero el novelista inventa todo lo que le rodea.
El que me haya parecido exagerado, entre otras cosas aumenta mi valoración del desafío del autor, del inmenso valor de acometer un trabajo así. Además, hay que decir que está “escrito a mano”, sí, con bolígrafo y papel. El autor ha declarado: “Acabé la escritura con la mano hecha un cuadro, con la yema del pulgar reventada y el dedo corazón con la falange distal torcida y un callo del tamaño de un garbanzo. Pero para mí estas deformaciones y excrecencias de los dedos son la herida de guerra que más me honra”.
Puede parecer cruel y despiadada, pero es encantadora. Su extensión excesiva es voluntaria y en estos tiempos huir de lo comercial y escribir un libro de este tamaño es demostrar querer hacer siempre lo que quieres, no escribir para vender. Por eso digo que me ha gustado al 90%. Juan Manuel de Prada es un maestro del lenguaje y esto le hace algo difícil de leer. Una novela monumental. Una de las más impactantes de los últimos años. Luis Alberto de Cuenca ha dicho que es “una obra maestra sin paliativos, lo cual no quiere decir mucho, puesto que el concepto de obra maestra puede aplicarse a toda la producción literaria del autor, uno de los prosistas españoles más geniales de los últimos cien años”. Dicho queda. Y compartida la opinión.
Para que se animen a leer esta novela, si les apetece, vean esa entrevista que le hicieron en la SER, pinchando aquí. Atrévanse. Olviden su tamaño. Léanla, con calma, saboreando cada página, cada palabra nueva. Serán unas semanas inolvidables. Léanla en un libro de verdad, de papel, el digital es otra cosa. Al menos a mí, me lo parece.

Heliodoro Albarrán
