El invencible verano de Liliana

Antes que nada. El círculo se va cerrando en tono al mafioso presidente. El Fiscal General culpable, aunque se empeñen. Espectáculo dantesco y denigrante ver a los miembros del gobierno cargando contra los jueces. Los casos de Koldo, Cerdán y Ávalos y demás escoria, siguen avanzando. Los tres encarcelados. Ya no queda casi nadie que se crea que el presidente no supiera nada. O es el capo de esta mafia de corrupción económica e institucional o es subnormal (tranquilos, está en el diccionario: “Dicho de una persona. Que tiene una capacidad intelectual notablemente inferior a la considerada normal”). El fiscal borró sus móviles, pero, estoy seguro, se guardó una copia. Ahí están las conversaciones con el presidente. Le tiene cogido por los …. Le ha prometido que le indultará o que el “Consti de Pumpi” le salvará. Todo muy decente y democrático. Cuando un juez quiera le imputará. Por ser parte de la trama o al menos, por encubrimiento. Veremos al primer presidente detenido. Al tiempo. Vita pergit

El libro que hoy les recomiendo ha ganado muchos premios en los tres años desde su publicación, pero sin duda el más importante es el Premio Pulitzer de Memorias de 2024. Albert Camus dijo: “En lo más crudo del invierno aprendí al fin que había en mí un invencible verano” Y de esta frase sacó la mejicana Cristina Rivera Garza el título de este libro. Éste, como otros muchos últimamente, es un híbrido de novela, memorias, investigación periodística, true crime que se dice ahora.

En julio de 1990, Liliana Rivera Garza, hermana de la autora fue víctima de un feminicidio. Violencia de género lo llamaríamos en España ahora. Tenía 20 años, estudiaba arquitectura. Llevaba años queriendo terminar una relación con un novio que insistía en no querer dejarla. Unos meses antes del asesinato, Liliana por fin decidió terminar la relación. Dejaría todo atrás, se licenciaría, haría un doctorado, un máster, se iría fuera, empezaría una nueva vida. Pero él había decidido que ella no tendría una vida sin él.

Treinta años después, su hermana Cristina, la escritora, decidió abrir la gran cantidad de cajas que había guardado con las pertenencias de su hermana y que no había vuelto a tocar. Y allí encontró diarios, cartas, y, sobre todo, oyó la voz de su hermana pidiendo justicia, como otras miles de mujeres mejicanas desaparecidas o asesinadas en aquel país. La primera pregunta que nos hacemos es por qué tardó treinta años en abrir aquellas cajas. Y por tanto, treinta años en escribir el libro. Lo primero que te viene a la cabeza son razones humanas, personales, no querer remover el pasado, superar el luto, el trauma. Y también superar la culpa que su hermana seguro que se atribuía, siempre pude hacer más, por qué  no me di cuenta. Y también hay que pensar, creo, que eran otros tiempos y otro lugar, ahora el feminismo, la violencia de género, en España hace que todo sea más fácil, pero hace más de treinta años y en Méjico, supongo que no era tan sencillo. Además, yo creo que el duelo es muy personal, como decía alguien “el duelo tiene su propio reloj”.

Muy interesante la maraña de burocracia la que tiene que soportar la escritora acompañada de una amiga, cuando intentan averiguar cómo quedó la investigación del crimen, por qué no se detuvo al asesino, perfectamente identificado y al parecer en paradero desconocido. En el libro de hecho, podemos ver su foto. La burocracia decía, primero van a la Procuraduría de la Ciudad de Méjico, allí les dicen que tienen que ir antes a la Dirección General de Política y Estadística Criminal, de allí les envían a la Subprocuraduría de Averiguaciones Previas Desconcentradas. Prometo que los nombre son reales, aunque suenen a burla, siniestra en este caso. Y todavía tienen que visitar alguna instancia más. A mí me recordaba “El Proceso” de Kafka. Pienso y en España sabemos de esto, como dice el libro que los intrincados vericuetos de la justicia son los vericuetos de la impunidad. Al final hay que suponer que toda la información ha desaparecido.

Describe a su hermana como una persona inteligente, guapa, atractiva diría yo, muy divertida, a la que le gustaba vivir el momento. Y también muy cariñosa y amiga de sus amigos, algo enamoradiza creo yo. Y también hay momento en que leyendo sus cartas, la define como una persona más normal, con sus defectos, sus problemas. Me parece bien que no caiga en el defecto clásico de endiosar a la víctima. Están muy bien relatadas todas las señales que no vio Liliana, ni nadie de su entorno. La mezcla de grandes declaraciones de amor con amenazas, intromisiones en su intimidad. El paulatino aislamiento de Liliana que nadie vio, o que nadie quiso hablar con ella. La parte del libro en que relata el descubrimiento del cadáver, las primeras hipótesis, las primeras investigaciones policiales. Y las páginas que recogen los testimonios de los padres, de sus mejores amigos, las noticias periodísticas de aquellos días, esa parte de libro es trepidante, al tiempo impresiona, sobrecoge. Las llamadas telefónicas para comunicar su muerte a la familia, la identificación del cadáver, son páginas extraordinarias.

Como conclusión me ha parecido un libro excelente. Muy recomendable. Primero es un documento con un testimonio creo que necesario, aunque resulte doloroso, pero también es una magnífica obra literaria. Es original, hay destreza en su escritura, transmite sensibilidad, emoción. Un detalle final, el libro no tiene un final cerrado, no sabemos qué pasó con el informe del asesinato, no sabemos qué pasó con el asesino, pudiera parecer que falta algo, pero a mí me ha parecido un final emocionante, un remate literario perfecto. Léanlo. Les gustará.

 

Heliodoro Albarrán 

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