Su Alteza Real la Princesa de Asturias cumplía la tradición junto a sus compañeros caballeros y damas cadetes de nuevo ingreso y después de la entrega de sables, y con anterioridad a la jura de bandera, se desplacen a Zaragoza para efectuar su presentación a la Virgen del Pilar, desfilando ante ella para invocar su protección.
Desde primera hora de la tarde, muchas personas se agolpaban a los pies de la Catedral Basílica del Pilar para asistir a este acto, que manifiesta el vínculo de la academia a la ciudad de Zaragoza, que desde 1927 acoge a la Academia Militar General y a sus cadetes.
Los nuevos caballeros y damas cadetes formaban en la Plaza del Pilar, para posteriormente ser recibidos por el arzobispo de Zaragoza, monseñor Carlos Escribano, acompañado por el canónigo eclesiástico encargado de la Catedral Basílica del Pilar y miembros del cabildo Metropolitano, la escolanía de Infantes del Pilar y una representación de los Caballeros de la Virgen del Pilar y de las Damas de la Corte de Honor.
Tras su entrada en la catedral, la comitiva se encaminó hacia la Santa Capilla. Llegados ante el camarín de la Virgen, un representante de la institución oferente pronunció unas palabras de petición y ofrecimiento, para después depositar unas flores a los pies de la virgen. El canónigo que presidió el acto respondió a los oferentes, terminando con la oración litúrgica de la Virgen del Pilar.
Uno a uno, los cadetes se fueron acercando al camarín de la Virgen, al pie de las escalerillas, realizando un saludo a la venerada virgen, horas antes de realizar el acto de juramento o promesa de la bandera de España en el patio central de la Academia Militar de Zaragoza.